Es difícil definir el arte. Las bellas artes, así, con el adjetivo, han gozado de definiciones más o menos acertadas, más o menos ciertas, más o menos sarcásticas o incluso absurdas. Pero cuando hablamos ahora, en el siglo XXI, tras la borrachera de vanguardias, postvanguardias, trasvanguardias…¿qué es el arte? Por eso, entre otras cosas, no se si lo que hace Carlos Humada es o no arte: lo que se es que “se da mucho arte”, así, en lenguaje coloquial, para aprovechar lo que todos antes o después desechamos.
Los usuarios de una computadora desconocemos, en general, la cantidad de “trastos” que lleva por dentro: es más, ni siquiera reparamos en lo que se ve. Es útil, y punto. Pero Carlos, cuyo trabajo profesional es de exigente convivencia con los ordenadores, conocedor de su exterior y su interior, tiene un sexto sentido para ver en cada componente su parte plástica, sus posibilidades formales, al margen de la utilidad que tienen en un sentido práctico. Por eso, cuando el aparato “muere”, Carlos, cual cirujano experto en recuperar sus órganos, les de una segunda oportunidad que nada tiene que ver con su vida anterior. Si antes tenían sentido por su función, ahora lo tienen en cuanto a su forma.
Con paciencia de amanuense y fecunda imaginación el artista-reciclador va ensamblando discos, rodillos, teclas, carcasas, pantallas, etc. en un juego a veces inverosímil de aprovechamiento. Nacen así piezas estéticamente bellas, intensamente sugerentes que son además un juego para el espectador, quien cual investigador de una nueva ciencia indaga en el origen, uso anterior y significado actual de cada parte. Hay belleza en estas creaciones, hay imaginación, hay trabajo laborioso, no solo en su esmerada ejecución: existe diseño previo.
Desde que conocí la obra de Carlos me sentí simultáneamente fascinado y sorprendido, y me ronda una gran incógnita, pues no se si expuesta por primera vez gustará, asombrará, enfadará o incluso molestará. Ni idea. Los espectadores dirán (o se limitarán a pensar, sin decir) y en eso, precisamente en eso, lo que Carlos Humada hace se parece de verdad al arte: si nos inquieta, si nos sorprende, incluso si nos espanta. Yo, sinceramente, espero que guste. Es para ello.
Ignacio González de Santiago
Del 7 al 28 de julio