Sam Taylor Wood bucea en la juventud de John Lennon con un retrato iniciático anodino en forma y fondo
Basada en las memorias de Julia Baird, hermana del malogrado beatle, Nowhere Boy huye de la mirada extensiva para trazar una semblanza parcial del hombre que fue John Lennon. La idea es no claudicar antes las convenciones de la hagiografía ortodoxa, saliéndose por la tangente y despreciando la dimensión mediática del mito. A Sam Taylor Wood le interesa John Lennon antes de ser John Lennon; el músico de futuro y no de presente. Por un lado remite, de ese modo, a la semblanza menos conocida del artista y por otro, no menos importante, elude el marrón de ser juzgada con criterios más estrictos con una aproximación al personaje público de la que difícilmente habría salido indemne.
Taylor Wood opta así por la miniatura pero no acierta a convencernos del porqué de esa mirada restringida al antes, al prolegómeno. "Nowhere Boy" no es un biopic hagiográfico, y sin embargo está narrado como si lo fuera. Centrado en la relación triangular de Lennon con las dos mujeres que más huella dejaron en su juventud, su madre y su tía Mimi, la cinta escarba en las raíces de la inquietud artística del personaje con decepcionante distancia. "Nowhere Boy" es un retrato frío de una juventud no excepcionalmente notable.
La decepción es precisamente esa; la directora no acierta a convencernos de que su historia, la del Lennon que aún no era Lennon, tiene tanto interés, al menos, como la del Lennon que todos conocemos. El relato que interesa, el que merece ser contado es precisamente el otro, el que comienza cuando se encienden las luces de la sala. Falta intensidad dramática, profundidad en el retrato generacional; la personalidad del músico y del hombre sencillamente no trasciende, no cuaja en las eficientes pero anodinas imágenes de la pre-biografía.
La sosería crónica del relato es doblemente aguda a tenor de las expectativas. De un debut tras las cámaras como el de Sam Taylor Wood, artista conceptual con mundo propio, no esperas una puesta en escena tan parca y funcional, tan académica. La anemia de estilo es, no hay duda, un lastre con el que el estimable libreto no acierta a cargar. Si a todo ello sumamos un Lennon tan insípido como Aaron Johnson tenemos el lote casi completo, Nowhere Boy no es ni la sombra de la película que quiere ser.
Lo mejor:
Kristin Scott Thomas y la conseguida ambientación
Lo peor:
La escasa entidad de la puesta en escena