El Athletic debe ser fiel a sí mismo, a su estilo, a la ambición demostrada en los últimos meses, y bien guiados por Marcelino, vigente campeón de Copa
Arturo Trueba
La final que se juega es la más atípica del Athletic en sus 123 años de historia. Es la primera que se disputa a la temporada siguiente, porque corresponde a la 2020, en plena pandemia que ha paralizado al mundo, y es la única vez en la que se enfrentan dos equipos vascos. Supondría la Copa número 25, una cifra redonda, para los de San Mamés, mientras que sería la tercera para la Real Sociedad. Y es, por supuesto, la primera final de Copa que se celebra sin público.
Por todas esas razones se convierte en la más especial. Bilbao y Bizkaia está vestida de rojo y blanco, un fenómeno que ha ido extendiéndose durante las últimas semanas. Y en muchas plazas del resto del planeta, que por algo el Athletic es un caso único en el mundo por su singular filosofía de jugar con jugadores vascos. Y eso lo han resaltado y aplaudido en los cincos continentes en muchas ocasiones.
Los leones saltan hoy al césped conscientes de lo que ya han conseguido no sólo por su historia, sino por el hecho de ser los únicos en jugar tres finales en la misma temporada (dos Copas y una Supercopa). Ese triplete ya lo han conseguido, así como el primero de los títulos disputados. Hoy saldrán a por el segundo con la tranquilidad de lo logrado hasta ahora, pero con la máxima intensidad y concentración, que es como se juegan las finales. Y en eso, no cabe duda de que tienen bastante experiencia. Para ello, el Athletic debe ser fiel a sí mismo, a su estilo, a la ambición demostrada en los últimos meses, ser letales arriba y contundentes abajo, jugar con la alegría de un fútbol de transiciones rápidas y capacidad de sorpresa. Eso sí, guiados por el entrenador y vigente campeón de Copa: Marcelino.
Es la hora de que den lo mejor de sí mismos los Muniain, Raúl García, Williams, Yuri, Unai Simón y el resto de los que jueguen.
Si la ganan, será una copa a beber en pequeños sorbos y en privado, por las normas a seguir debido a la pandemia. No son tiempos para seguir el partido y compartir la emoción con amigos, cuadrillas o grandes familias en bares, restaurantes, txokos y casas. De ganarla, la celebración podrá ser sonora en esta noche confinada. Pero será, sobre todo, el domingo cuando la gente comparta su alegría con los demás en la hostelería o en la calle en grupos de a cuatro y a suficiente distancia. Ya habrá tiempo para una gran celebración masiva cuando se haya vencido a la pandemia. Se se traen los leones el trofeo, claro. Si no es así, pues a felicitar al rival vecino. Y a intentar ganar la siguiente final, la de la Copa 2021, contra el mejor equipo del mundo de la última década. Pero vayamos final a final. Esta noche toca disfrutar con la emoción, la pasión, la televisión, la radio, los medios en internet y las redes sociales. ¡Y que acabe sonando la trompeta de Villalibre!