Una entrevista de Alba Martín
ÁNGELA CREMONTE
La actriz Ángela Cremonte (“Amar es para siempre” y “Las chicas del cable”) debuta como escritora con “Todos mienten a la noche” (Planeta), una autoficción familiar en la que ofrece verdad y en la que ha puesto su corazón. En su primer libro narra la historia de su antepasado más antiguo del que tiene noticias, Eufrosine, una emigrante que «tuvo el inmenso valor y coraje de coger un barco y atravesar el Atlántico»
«Todos mienten a la noche» es una autoficción familiar. ¿De dónde surge la idea?
De la inconsciencia. Yo digo «no llego a la próxima cena de Navidad» (ríe). No. Surge del amor profundo que tengo que tengo, en general, por todos los emigrantes, que siento que nos han hecho a todos los que estamos aquí de pie ahora. Como hija de emigrantes, y un poco desarraigada, siempre obsesionada con los árboles genealógicos, con la acumulación de células y con quienes somos, quería llegar a lo más antiguo posible de mi árbol genealógico, y topé con Eufrosine, la última persona de mi familia de la que tenemos noticia. Ella fue mi trastatarabuela, la madre de mi tatarabuela. Nació en un pueblo muy pobre del Piemonte, en el norte de Italia, a mediados del siglo XIX. Ella, como muchos emigrantes, tuvo el inmenso valor y coraje de, siendo prácticamente una niña, coger un barco y a travesar la entraña del Atlántico y llegar a un país con un lenguaje diferente como Argentina.
Como has dicho, en esta novela tratas la emigración, que es un tema complicado. También hablas de la violencia, el feminismo, la familia… y lo haces sin miedo…
Sí, por eso digo que lo he hecho con mucha inconsciencia (ríe). La escritura tiene este doble filo. Es como un caramelo envenenado porque cuando te sientas a escribir estás tú sola y parece que estás en una intimidad muy protegida. Pero no. Eso luego lo va a leer mucha gente. Pero sí que he tenido miedo. Como cuando me subo a un escenario que también lo tengo, pero bueno, elegí superarlo. Creo que estamos en un momento en el mundo en el que está todo tan complicado que yo valoro mucho cuando me ofrecen verdad. Para eso tenía que predicar con el ejemplo y ofrecerla también. Así que ahí está mi corazón.
Titulas «Todos mienten a la noche». ¿Tú también?
Todos mentimos a la noche, por supuesto. Yo soy un ser humano de a pie. Normal y corriente. Muchas veces, cuando apago la luz y me voy a dormir, me encuentro conmigo misma mientras suenan los muebles de la habitación en la oscuridad. A veces tengo el suficiente coraje como para hacer recuento del día y decirme la verdad y pensar «esto lo he hecho bien, esto no, tengo que tomar esta decisión…». Pero otras veces no puedo y tengo que mentirme a mí misma. Tenemos que respetarnos el proceso y saber que a veces no podemos asumir determinadas cosas, y la mentira nos protege. Aunque yo estoy obsesionada con la verdad, con intentar ponerla encima de la mesa y charlar de lo que nos duele y no esconderlo.
¿Hay algún tema que intentes evitar?
No. Sí que es verdad que hay temas de los que me cuesta hablar y que me dan vergüenza, sobre todo cuando no me puedo esconder detrás de un personaje. Pero al final acabo entrando al trapo.
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de todo el proceso de investigación que has realizado para escribir el libro?
Sobre todo lo que no conocía de la Italia rural del siglo XIX. No conocía cómo eran los viajes en barco en ese momento. Esa travesía de casi un mes que hacían las mujeres y los hombres, con niños en brazos, a través del océano, y cómo era la entrada a ese «nuevo mundo», a América, al puerto de La Boca en Buenos Aires.
Se me pusieron los pelos como escarpias cuando encontré en una página web italiana listados de cientos y miles de pasajeros con nombre y apellidos, edad, estado civil, profesión, puerto de salida, puerto de llegada, fecha… supongo que también los habrá españoles, pero si alguien tiene un apellido italiano, pueden entrar ahí y encontrarse. Eso me pareció escalofriante y muy bello a la vez.
También hablas de la importancia de la mujer. ¿Qué consideras indispensable para que una mujer sea libre?
Tiene que estar protegida. Tiene que haber una red, una sociedad que responda. Para que una mujer sea libre tiene que haber una red debajo, un sostén. Es la única manera. Si tenemos miedo no podemos salir. El miedo hace que te quedes quieta, y todavía tenemos miedo. Creo que falta mucha protección y mucha red.
Ahora estás rodando «Feria». ¿Nos puedes contar algo?
Sí. Estamos terminando de rodarla, que es para Netflix. Es como una mezcla de thriller con un toque fantástico y también un poco punky. Yo creo que va a estar muy muy bien.