El Museo Guggenheim ha presentado esta mañana la exposición Bilbao y la pintura, una muestra patrocinada por Iberdrola y que se podrá visitar del 29 de enero al 29 de agosto. En esta muestra se reúne una selección de pinturas realizadas por artistas que trabajan en Bilbao a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que habían viajado a París incorporando las ideas de modernidad del Impresionismo francés y las vanguardias. En el fin de siècle la Villa de Bilbao se convierte en una de las urbes más prósperas de España gracias a su industria naval y siderúrgica y a su actividad comercial, bancaria y cultural. Entre los ciudadanos de Bilbao de esta época existe la aspiración y la voluntad práctica de prosperar y de avanzar hacia un futuro mejor para todos, una suerte de empatía que desgraciadamente se fracturará con la llegada de la Guerra Civil de 1936.
Esta exposición representa y conceptualiza momentos muy diversos de la historia de Bilbao a través de grandes murales pictóricos que reflejan, entre otras escenas, los barcos comerciales en la ría y las terrazas dedicadas al ocio, la vida de los burgueses y los aldeanos, los remeros, la lucha y la muerte en el mar, los héroes del deporte, las faenas cotidianas en un puerto pesquero o las romerías en una anteiglesia vizcaina.
UN RECORRIDO POR EL BILBAO DE ANTAÑO
En el espacio introductorio de la muestra, el visitante se adentra en ese Bilbao del siglo XIX a través de reproducciones fotográficas a gran escala, y también se contextualiza la figura del escultor bilbaino Paco Durrio, autor de una de las esculturas más importantes del arte público en España en el siglo XX: Monumento a Juan Crisóstomo de Arriaga. Ubicada frente al Museo de Bellas Artes de Bilbao, esta escultura dedicada a un músico no representa su figura, sino que simboliza su trabajo y su muerte prematura.
PRIMERA SALA
En la primera sala de la exposición, se alberga una selección de obras de Adolfo Guiard, Ignacio Zuloaga, Anselmo Guinea, Manuel Losada y José Arrúe que despliegan las diversas panorámicas que componen el nuevo paisaje económico, social y urbano del Bilbao de finales del siglo XIX. La ría en Axpe y En la terraza, realizadas por Guiard en 1886, presentan visiones de buques fondeados en la ría y del mar desde la terraza de un balneario abierto al puerto exterior. Estas obras habitualmente están expuestas en la sede de la Sociedad Bilbaina, una institución que fue pionera en su apoyo a los artistas desde su fundación en 1839.
Por su parte, Amanecer, de Zuloaga, Las Walkirias, de Losada y La fuente de la salud, de Guinea, retratan la burguesía ilustrada a través de varios miembros del Kurding Club, una sociedad creada en 1894, llamada oficialmente «El escritorio». Los murales del Kurding Club capturan con una pintura ágil y moderna el ambiente de ocio de Bilbao en escenas cotidianas, como las que tienen lugar en la Iglesia de San Nicolás y El Arenal al amanecer, o la escena rural con aldeanos y bertsolaris en un entorno de montaña de Zubiaurre.
SEGUNDA SALA
Las pinturas que se exhiben en esta sala confortan escenas de mar y de montaña.
El mar es un tema recurrente en las pinturas de Bilbao en el cambio de siglo, que la mayoría de los artistas invocan con el afán de capturar su color y de reflejar su vital importancia para el comercio y la cultura de la Villa. Ejemplo de ambos casos son El marinero vasco Shanti Andía, el Temerario, de Ramón Zubiaurre, o el tríptico Lírica y religión, de Gustavo de Maeztu.
En cuanto al mundo rural, las pinturas reflejan escenas que van desde el aldeano que recoge la cosecha en La siesga, de Guiard, hasta el mundo de las reses y la fiesta en las pinturas de Francisco Iturrino, como Los garrochistas.
TERCERA SALA
Las obras de la tercera sala componen una visión del folklore, en la que los artistas documentan, entre otros aspectos, la simbología del baile. Así, el visitante descubrirá desde la pintura costumbrista de Losada Don Terencio y Chango, El txistulari, hasta el mundo del baile en las anteiglesias de En la romería, de Arteta.