El pasado viernes, 3 de septiembre, cientos de jóvenes se citaron en el BEC para acudir al concierto de uno de los artistas urbanos más influyentes del momento: Myke Towers.
A las 19.30 horas, las puertas del recinto se abrieron para dejar entrar a casi 4.000 personas: los que tenían entrada de pista accedieron por el exterior del BEC y los que tenían su asiento en grada lo hicieron por el interior. Distancia de seguridad, mascarilla y todo el mundo sentado. Esa era la teoría y lo que se mantuvo durante los primeros sesenta minutos.
El cantante puertorriqueño comenzó el show con su canción Mírenme ahora que provocó chillidos y euforia en sus fanáticos. Los asistentes entonaron todos y cada uno de sus temas, entre los que no faltaron Pareja del año, Mi niña, Diosa y La curiosidad, entre otros.
Todo iba bien hasta que, después de cumplida la hora de concierto, el artista daba por concluido el show. Los asistentes gritaban con fuerza que saliera a cantar otra. Y así fue como se desató la locura. Los fanáticos que se encontraban en pista corrieron al escenario para acercarse más a su ídolo. La seguridad no daba a basto y las mascarillas desaparecieron de los rostros del público. Un espectáculo que iba bien y que en cuestión de segundos dio un giro de 180 grados. El cantante, por su parte, animaba a los espectadores a regresar a sus asientos, pero no causó efecto.
Tras un par de canciones más -con el público volcado sobre el escenario, por cierto- terminó el show. La salida del recinto fue ordenada y con mascarillas, menos mal.