→David Hornback (Los Angeles, California, 1962) es un fotógrafo americano que vive en Bilbao y se desplaza en bicicleta por la ciudad. Artista, y licenciado en Fotoperiodismo por la Universidad de Kansas, ganó el Premio Pulitzer en 1990 por el reportaje del terremoto de “Loma Prieta” de San Francisco. Ha trabajado para National Geographic, GEO, Time, New York Times y Nesweek. Destacan sus trabajos por cuatro continentes cubriendo la caída del Muro de Berlín, la Exposición Universal de Sevilla o el aniversario del Desembarco de Normandía. Ha realizado numerosas exposiciones y ha recibido becas y apoyos a la producción. Sus obras han sido recogidas en varios libros, como el de su último trabajo, presentado en NewYork, “Where the Hell is Wichita?”. Se ha adentrado en otras disciplinas artísticas como el teatro, cine, pintura y dibujo, con el proyecto ‘Shittels’, expuesto desde el 18 de junio hasta el 31 de julio en la galería Aldama Fabre Gallery.
¿Qué hace un premio Pulitzer lanzándose al dibujo?
Esto es un poco por accidente. Son garabatos que hice en mis cuadernos, mis diarios, con mis pensamientos. Cada vez que tenía algo emocional que tenía que sacar lo escribía en mis cuadernos. Y en un momento dado me di cuenta de que no quería que nadie pudiera leer esto. Empezaba a escribir encima, encima, encima… Y el verano pasado, cuando estaba visitando en Berlín a una fotógrafa muy buena en su casita del campo, me sugirió “¿por qué no pruebas a hacerlo en hojas más grandes y en colores?”. Nos pusimos a hacerlo como dos niños. Volví a Bilbao con muchos ánimos y ganas de expresar… Luego viajé por Francia, Alemania, Italia y Cataluña con un cuaderno más grande, en una caravana y una compañía de teatro. Acabé haciendo hojas más grandes, de un metro por 70 centímetros. No sé de dónde saqué el tiempo, pero hice más de 100 obras, de las que 69 se presentan en la exposición.
¿Tienen títulos las obras?
No tienen títulos, pero detrás de muchos pongo unas palabras sobre lo que se tratan.
¿Cuentas de alguna manera tus pensamientos ocultos, esas frases que tú no querías que la gente leyera?
Solamente escribo sobre emociones. Desde enfado a tristeza, amor… todas las emociones que siento y no quiero sacar ni hacerlo público. Soy como muy tranquilo y pongo las hojas con mucha energía.
¿Cómo esperas que lo reciba la gente? Porque tú lo hacías para ti mismo.
Totalmente. Empezaba a darme cuenta de que, en toda la historia de la humanidad, la escritura tenía dos propósitos: expresarse (lo que alguien quiere decir) y comunicar. Yo me di cuenta de que sólo quería la mitad, expresarme, pero evitar comunicar. Tener una salida para lo que siento. La gente cuando lo veía decía: ‘¡Qué guay! ¿puedo comprar uno?’ o ‘¿puedes grabarlo en mi camiseta?’. Pero yo decía: “¡Son mis garabatos!” Entonces decidí ir donde Eugenia Griffero, a su galería Aldama Fabre Gallery, a la que le hacía las fotos de las inauguraciones. Le entusiasmó. Me hizo un hueco en su agenda y estará la exposición desde el 18 de junio hasta el 31 de julio, de 6 a 8 de la tarde, los jueves y viernes. Estaré yo allí porque ella está ocupada como codirectora del FIG.
¿La idea venía antes del confinamiento, durante…?
Antes. Se la presenté en enero o febrero. Puso uno fecha para el 11 de junio, pero al llegar la pandemia se canceló. Eugenia propuso hacerla en septiembre, pero yo decía: “¡Uf! esperar tanto, no sabemos si existirá el mundo para entonces”.
¿Cómo defines este tipo de arte?
La gente dice que son dibujos. Bueno, parecen dibujos, pero es escritura. Pero si digo que voy a hacer una exposición de mis diarios… he inventado un nombre: Shittel, que es una mezcla de scribble (garabato en inglés) y zettel (nota en alemán). Y así titulo la exposición: Shittels.
¿Cuáles son los sentimientos que expresas?
Todos. Cuando pasa algo malo y estás triste, cuando estás muy feliz, enfadado…
¿Alguno realizado durante la pandemia?
Cuando enseño fotografía siempre comienzo llevando a los alumnos a jugar. Mi concepto de la vida es que antes de hacer nada tienes que jugar, jugar, jugar… como un niño. Para los fotógrafos, antes de coger la cámara tienes que olvidar lo aprendido y aprender a buscar lo que te da placer. Cuando comienzo no sé cómo va a salir, es un juego… la única cosa que elijo antes es si lo hago en colores o en tinta.
Fuiste premio Pulitzer de fotografía hace unas décadas.
Gané el premio Pulitzer en 1990, y en equipo con los compañeros del San Jose Mercury News. Fue en el terremoto de California de 1989. Lo cubrimos durante diez semanas, día y noche. Tres semanas después se cayó el muro de Berlín, cogí un billete de avión y le escribí a mi jefe esperando que no me despidiera porque me iba para allí. Hubo treinta segundos de silencio y después me dijo “vete, vete”. Les dije que la caída del Muro es la noticia más importante del mundo. Al final tuve varias portadas y cuando volví todo el equipo del periódico me aplaudió.
¿Respondió a tus expectativas la caída del muro?
El muro fue fantástico. La fiesta más grande del mundo. En 1989 hubo cosas muy importantes: un desastre ecológico en Alaska con el petróleo, las protestas de Tiananmen Square en China, el terremoto y la caída del muro. Yo había vivido antes dos años con el muro cuando todo el mundo pensaba que iba a durar cien años; y de un día para otro se cayó. Quería estar en ese momento en ‘mi ciudad’.
¿Tu ciudad? ¿Tienes una vivienda allí?
Sí, tengo casa en Berlín. Volví a California y después me vine a vivir a España para aprender el idioma. Pero como ves todavía estoy aprendiendo.
Os da muy buen resultado a los que dais clases conservar el acento.
No hay que tener vergüenza. No tengo buen oído, pero tenía ganas de viajar. Mi alemán es bastante mejor que mi castellano. Hablar bien o mal… lo importante es que te expresas.
A mi me cuesta mucho hablar inglés, a pesar de haberlo estudiado en muchas ocasiones.
Es la maldición de los españoles: la vergüenza de hablar. Estudian, estudian, estudian… pero no lo hablan. Los alemanes son lo contrario, quieren expresar algo y lo hacen.
¿Cuál es tu especialidad cómo fotógrafo?
Empecé con 15 años. Lo que hice entonces tiene mucho que ver con lo que hago hoy. Intenté captar la realidad de mi familia, casi como un cazador en un safari. De mi hermano pequeño durmiendo en el coche, mi madre en la cocina, la familia comiendo… y estas siguen siendo las mejores fotos que he hecho. El estilo de captar lo auténtico y conservarlo para el futuro. Si te hago una foto ahora, estoy pensando en ti para cinco o diez años, que tengas la sensación de este momento para siempre. Hago retratos, hago eventos, fotos artísticas… Si hago fotos intento pasar las fotos a las personas. Me ha costado cuarenta años darme cuenta, pero la fotografía es la única cosa que nos puede conectar con el pasado.
Arturo Trueba