Redacción: Erika Álvarez
Imágenes y vídeo: Unai Alarcón
Gastronomía, arquitectura, música y pintura se funden para crear una atmósfera única en el corazón de Bilbao, concretamente en el Restaurante Kasko, un local que celebra este año su 25 aniversario. Desde su apertura, en 1996, rompieron con el concepto de menú tradicional, tratando a sus platos como si fueran de carta, tanto en la elaboración como en la presentación. Innovaron, fueron originales, diferentes, y convirtieron el pub en un restaurante de cocina vasca moderna y tradicional.
Ahora, el concepto del menú sigue siendo el mismo: una gastronomía que busca sorprender al comensal, creando platos “divertidos y variados”. Así lo cuenta Natxo López, dueño del establecimiento. Para él, esta cocina de fusión se basa en crear recetas de todos los países, utilizando salsas mexicanas, italianas o japoneses, pero sin perder la esencia de la cocina vasca. “El Mercado de la Ribera lo tenemos aquí al lado, así que utilizamos productos frescos de la tierra”, comenta. A este concepto de cocina tradicional y moderna se incorpora, además, la comida vegana, que está presente tanto en la carta como en el menú.
Al igual que la gastronomía, la arquitectura también es una fusión de estilos. Nada más entrar al local se pueden ver lámparas en forma de pez, diferentes pinturas de paisajes y retratos, una vidriera de cristal que guarda botellas de vino en su interior y una iluminación que transforma el ambiente es una especie de “crisol mágico”. Y es que, tal y como cuenta López, este espacio fue diseñado por Emilio Puertas, el arquitecto que ha dirigido la reforma del Mercado de la Rivera. La decoración, por su parte, corrió a cargo de los hermanos Vicente y Fernando Roscubas, autores del mural estilo Miró de detrás de la barra. “Las lámparas en forma de pez son obra de la escultora Dora Salazar”, recalca el dueño, y señala la galería de cuadros ubicada en la parte izquierda del restaurante. “Ahí, en esa pared, solemos exponer obras de artistas del Casco Viejo, tanto de pintura como de fotografía”, explica. Además, cuentan con una exposición permanente titulada Menestra geográfica, de la artista Karen Amaia.
Esta fusión de arte culinario y arquitectura se funden, también, con las veladas musicales de jazz en directo, una idea que decidieron incorporar desde su apertura. “Los domingos teníamos unas veladas muy bonitas de jazz en directo y, además, contábamos con un pianista y una cantante maravillosa”. López habla en pasado, porque ahora, después de la pandemia, el restaurante ha dejado atrás esos momentos musicales: “Las tardes de los domingos en el Kasko eran una tradición, pero ahora hay que cerrar pronto y no merece la pena”.
Este último año ha sido uno de las momentos “más difíciles” para el restaurante, pero después de 25 años de hospitalidad y buen hacer, Natxo López asegura que hay que seguir adelante: “El antes y el después lo ha marcado la pandemia, pero vamos a seguir manteniendo la identidad del Kasko pase lo que pase”.