Este contenido forma parte del número 1049 de La Ría del Ocio, publicado el 5 de noviembre de 2020
Arturo Trueba
Se nos presenta noviembre lleno de incertidumbre en este maldito año 2020. La segunda oleada de la pandemia avanza y llegan las advertencias de que si no mejoran los datos habrá nuevas restricciones en Euskadi. Algunos presidentes de otras comunidades autónomas ya están pidiendo al gobierno central confinamientos domiciliarios. Justo lo contrario a lo que pidieron hace meses. Cosas del postureo político. Pero, en cualquier caso, se ha comprobado que en materia de Covid-19 y sus consecuencias nadie maneja certezas y mucho menos fórmulas mágicas. La pandemia se extiende por Europa y el mundo a la espera de la vacuna. También es cierto que se hacen muchas más pruebas. Entre tanto, la consigna es tratar de salvar la campaña navideña y que, con el aumento de las restricciones ahora, se mejoren los datos dentro de unas semanas. Por eso, este mes de noviembre sufre un frenazo en materia de hostelería y comercio. Algunos restaurantes recortan sus horarios y eliminan turnos de tarde y cenas entresemana, por ejemplo. Otros se disponen a desarrollar más la línea de comida para llevar o servicio a domicilio. Tratan de adaptarse y en muchos casos de sobrevivir hasta que escampe. Lo mismo puede decirse de la Cultura, que sigue manteniendo agendas apoyándose en la ausencia de contagios en las salas. Aun así, habrá que estar pendientes de lo que decidan las autoridades. Es momento de ser prudentes en lo higiénico y sanitario, por un lado, y de pensar en apoyar al consumo local, por otro lado. Se trata de una apuesta por lo nuestro, por los empleos, por la calidad, por el servicio cercano y por el futuro de nuestras ciudades y pueblos. La crisis sanitaria pasará y la economía rebrotará antes o después.
Para incertidumbre, la de la noche electoral en Estados Unidos. Una noche tan larga como los días que resulten necesarios para culminar el recuento de votos por correo, que pueden resultar decisivos para saber si continuará Trump, que vive la política como un reallity show a golpe de tweets, o si se llega a una relativa normalidad con Biden en Norteamérica y, sus consecuencias en el resto del mundo.