El cantautor y poeta regresa con ‘Una mujer en la garganta’, un poemario donde muestra una nueva faceta aún desconocida
Erika Álvarez
Tras vender más de 200.000 ejemplares con sus tres últimos libros, Marwán (Madrid, 1979) vuelve a sorprender al público con Una mujer en la garganta, un poemario donde reivindica los amores pasionales, la belleza de lo cotidiano y todo un abanico emocional. Fiel a sí mismo, el autor navega sin acatar las normas y construye un libro alejado de las etiquetas, mientras hace frente a las críticas de aquellos que arremeten contra su poesía.
¿Te sientes más músico o poeta?
Aunque empecé a escribir poemas desde muy temprano, casi todo mi bagaje profesional ha sido como músico. Es la carrera en la que progresé primero, la de poeta tardé más en desarrollarla. Además, como músico me permito también ser escritor, por eso siempre me he sentido más identificado con el mundo de la música.
Una pasión en la garganta destila amor, pasión, y belleza, ¿Qué te ha inspirado a la hora de escribirlo?
A mí me inspira siempre la propia vida. Todo libro responde a una época temporal en la que a uno le pasan o siente determinadas cosas. Yo siempre estoy en la búsqueda de la emoción, de la belleza, por eso también escribo. Este libro, por ejemplo, corresponde a una época de mayor rebeldía.
¿Es el poemario más rebelde de los cuatro que has publicado?
Sí, con mucha diferencia. Es el más contestatario en muchos aspectos. Casi todos los poemas hablan sobre los amores que no se conforman o que no quieren seguir las normas. Hablan sobre el inconformismo, sobre la necesidad de la rebeldía respecto al mundo y las relaciones que nos han tocado vivir.
En el poema El amor en la era del cambio climático hablas del cambio que se han dado en las relaciones amorosas, de los amores de usar y tirar, y del amor como un producto de consumo, ¿Piensas que nos hemos vuelto más insensibles?
Sí, posiblemente. Vivimos en una sociedad muy mediatizada por el comportamiento consumista compulsivo. Esto se ha extendido a todas las facetas de nuestra vida, también a las relaciones. No solo consumimos telebasura o comida rápida, también ha llegado el momento de las relaciones basura. En internet hay ciertas aplicaciones y cierto mercado de la carne que nos hace instrumentalizar a la otra persona. Todo este consumo compulsivo hace que las relaciones amorosas sean menos profundas y que utilicemos bastante más a los demás.
El libro también es una autorreinvidicación poética. De hecho, hay varios poemas donde criticas a aquellos que arremeten contra tu poesía. ¿Hay un cierto resentimiento hacia esos poetas que te denostan?
No sé si es resentimiento o no, pero me apetecía utilizar mis poemas para poder manifestar mi desacuerdo y decir algunas cosas. En ocasiones, me he encontrado con gente increíblemente desagradable que me ha insultado y me ha dicho de todo. Se han reído de mí y de mi poesía sin ningún motivo. Me apetecía darles un poco de caña.
¿Existe la buena y la mala poesía?
Sí, yo creo que a todo el mundo hay cosas que le gustan y cosas que no. Con la poesía pasa igual. Hay gente que puede considerar que mis poemas son buenísimos, y a otros no tienen por qué gustarles. La poesía se adapta a cada persona. Para mí un poema es bueno cuando me emociona, cuando me conmueve por dentro y despierta algo en mí. No sé si hay buena o mala poesía, supongo que sí, pero quién determina eso.
Y para tí, ¿qué es la poesía?
Si lo explico de manera más técnica, la poesía es la manifestación a través de la palabra para tratar de acercarse a la realidad de las cosas. Para mí la poesía es un acercamiento al alma profunda de los hechos y las emociones, tratando de captar lo extraordinario de las cosas ordinarias que se nos escapan en el día a día. En el fondo, es el modo de mirar y de vivir que tiene el poeta.
En los últimos años ha habido un auge de ‘escritores’ o ‘poetas’ de Instagram y demás redes sociales, ¿crees que todo el mundo puede hacer poesía?
Todo el mundo puede escribir poesía. Independientemente de la calidad que tenga cada uno, todas las personas tienen capacidad poética. Porque la poesía no es un privilegio, es un derecho, y todo el mundo tiene derecho a escribir y a expresarse, lo haga bien o mal.
En el libro dedicas el poema sesentaydiez a Joaquín Sabina por su 70 cumpleaños, ¿te ha influido mucho el cantautor?
Sabina me ha influido mucho. Es uno de mis grandes maestros, uno de mis principales referentes. Lo ha sido siempre y lo sigue siendo a día de hoy. Cuando cumplió los 70 me pidieron que escribiera algo, y decidí dedicarle esos endecasílabos de amor eterno.
¿Qué te gustaría que sintieran los lectores al leer tu libro?
Me gustaría que la gente se emocionara, igual que lo hago yo cuando me encuentro a un poeta que, mediante su forma de poetizar la vida, se toma en cuenta mi vida. Me encantaría que los lectores se vieran reflejados, que no vean un cuadro donde aparezco yo, sino un espejo donde mirarse en cada poema y en cada canción. Esa siempre ha sido mi búsqueda.