Inaugurada en el año 1928, la estación de Canfranc, ubicada en pleno corazón del pirineo aragonés, fue el complejo ferroviario más importante construido a principios del siglo XX en España, y el segundo de Europa tras la estación alemana de Leipzig.
Casi 93 años después de su apertura, la terminal pone este jueves fin a medio siglo de abandono con la inauguración de una nueva estación. Comienza así un proceso de recuperación que contempla también la apertura de un hotel en el antiguo edificio y la urbanización de una parte de la explanada. El objetivo final de estas obras será la reapertura de la línea internacional, para que los trenes no se queden en el túnel de Somport y crucen hacia Europa.
El ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, y el presidente de Aragón, Javier Lambán, entre otros, inauguraron ayer esta obra moderna, que contará con una superficie útil de más de 950 metros cuadrados. El ministro explicó que la nueva estación permitirá relanzar el transporte de mercancías entre España y Francia, que lleva «muchos años» por debajo de la media europea. El objetivo, según Ábalos, es incrementar la «eficiencia global» y la descarbonización de las comunicaciones terrestres.
Más que un edificio
En los inicios de la Guerra Civil Española, la Estación Internacional de Canfranc se convirtió en un lugar estratégico de alto interés. Con la imposición de la dictadura de Franco, se tomó la estación de Canfranc y se tapó el túnel que conectaba con Francia para evitar deserciones y exilios desde España.
Ya en época de la Segunda Guerra Mundial, la estación vivió una actividad inusitada. Se calcula que diariamente entraban de Francia unas 1.200 toneladas de mercancías, principalmente víveres y materias primas procedentes de América Latina con destino a Alemania.
Además, este edificio de hechuras palaciegas también ha sido escenario de numerosos rodajes, entre ellos de Doctor Zhivago, una película basada en la novela homónima de Boris Pasternak.