by Dutton Peabody
Y siguen las diversas pantallas de nuestras casas que echan chispas. Habría que hacer un monumento universal al LED. ¿A que no se puede concebir actualmente un mundo sin estos diodos emisores de luz, con la de pantallonas y pantallitas que utilizamos?
Divagaciones aparte, continuamos planteando sugerencias para montarse una programación alternativa de cine en casa. Basta con implementar nuestro olfato cinéfilo y rebuscar entre nuestra videoteca, televisiones generalistas, plataformas (Filmin, Netflix, Movistar…), Youtube… o bien utilizar aplicaciones como https://play.google.com/store/apps/details?id=com.acowboys.oldmovies&hl=es, o rastrear títulos en bibliotecas públicas como https://eliburutegia.efilm.info/es/eliburutegia/, etcétera. En fin, para selectos paladares de buen cine, aquí va esta segunda propuesta:
“El mejor guionista del mundo” (en casa)
Así se han referido a William Shakespeare no pocos cineastas que han elegido algunas de sus muchas obras de teatro para llevarlas a la pantalla o que han partido de la línea argumental de esas mismas piezas escénicas para hacer brillantes películas “basadas en”. Y sin pagar derechos de autor; pero esa es otra historia.
A lo que íbamos. Empecemos nuestro recorrido por la filmografía shakespeareana volviendo a ese clásico que seguro que tenemos bien accesible, en casa. Sí, sí, y hasta es posible que todavía conservemos el VHS de…
EL REY LEÓN (Rob Minkoff y Roger Allers, 1994). Uno de los mayores éxitos del cine de animación de todos los tiempos lo protagoniza un joven felino aturdido por la muerte de su padre (a la que ha contribuido su tío). Años después, en la noche de la sabana, el espectro del rey Mufasa se aparece a Simba, a ver si va espabilando y recupera el trono que le corresponde. Lo mismo que se le ocurrió a Shakespeare en su inmortal Hamlet, pero para niños. Y… ¡vaya sí coló! Con canciones de Elton John y con Rosencrantz y Guildenstern interpretados por un suricato y un facócero (que ya es), la película asumió el riesgo no declarado de ser “basada en…”. Y resultó compensado con creces. Hakuna matata.
HAMLET (Kenneth Branagh, 1996). Fidelidad absoluta al texto íntegro del bardo, es decir cuatro horas de película (aunque el director preparó también una versión de dos horas y media, por si acaso). Un reparto de altos vuelos con Kate Winslet, Julie Christie, Derek Jacobi, Charlton Heston, Robin Williams, Richard Attenborugh, Jack Lemmon, Gerard Depardieu y el propio Branagh es una de las claves para que esta obra culminante del teatro universal vibre con energía y con imaginación. Así lo demuestra la manera en que está filmado el célebre monólogo “ser o no ser”. Hay que añadir que su brillante puesta en escena se ve realzada por el formato Super-Panavision 70mm y por la espléndida partitura de Patrick Doyle. Un gran espectáculo.
HAMLET (Laurence Olivier, 1948) y HAMLET (Franco Zefirelli, 1990). Otras dos buenas adaptaciones a cargo de dos cineastas que han conseguido sus mejores películas a partir de Shakespeare. Olivier ganó el Oscar para su película y para su interpretación del danés melancólico y Zefirelli logró una actuación briosa y muy convincente de Mel Gibson. Para quienes no creen que las comparaciones sean odiosas.
ROMEO Y JULIETA (Franco Zefirelli, 1968). Todo encaja de maravilla en esta exquisita y fiel versión de la trágica historia de los jovencísimos amantes, separados por el enfrentamiento de sus familias. Lógicamente, es una invitación al llanto que alcanzó un enorme éxito, sobre todo entre el público más joven. Cosas de la identificación, se conoce. Otra versión fiel al texto pero actualizada al contexto de bandas rivales en Miami es la discutible ROMEO Y JULIETA DE WILLIAM SHAKESPEARE (Baz Luhrman, 1996), destacable sobre todo por la fuerza de la actuación de Leonardo DiCaprio.
WEST SIDE STORY (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961). Basada en los amantes de Verona, pero envueltos en el enfrentamiento de pandillas de puertorriqueños y neoyorquinos en barrios marginales de la Gran Manzana. La adaptación al cine del musical de Broadway, con la imponente partitura de Leonard Bernstein y la coreografía innovadora de Jerome Robbins, se saldó con 10 Oscar. Todo un espectáculo. Ah, y el remake que ha dirigido Steven Spielberg tiene previsto su estreno a finales de este 2020. A ver qué pasa.
JULIO CÉSAR (Joseph L. Mankiewicz, 1953). Marlon Brando echa el resto en el exaltado monólogo de Marco Antonio en esta poderosa y respetuosa adaptación que produjo Metro-Goldwyn-Mayer, dirigida por uno de los mejores cineastas del Hollywood clásico. Los diálogos, cómo no, son de los de rebobinar una y otra vez y el reparto, espléndido. ¿Hay quien dé más? Pues sí.
CÉSAR DEBE MORIR (Paolo y Vittorio Taviani, 2012). En una de sus últimas películas los cineastas italianos rodaron una representación de la obra de Shakespeare a cargo de los presos de una cárcel de alta seguridad de Roma. Tal cual. Ahí queda eso.
CAMPANADAS A MEDIANOCHE (Orson Welles, 1965). El gran director y actor se metió en la piel del entrañable Falstaff, uno de los personajes más queridos de Shakespeare y del propio Welles. Hasta cinco obras del bardo adaptó y combinó el cineasta para conseguir uno de sus trabajos más líricos, vitalistas y emotivos. Una insólita producción española que mereció mejor suerte. ¡Jesús, las cosas que hemos visto!
MACBETH (Orson Welles, 1948). Brumosa y visualmente potente adaptación hecha por un puñado de dólares por Welles y sus más fieles allegados. Despreciada en su día y muy bien considerada muchos años después, qué se le va a hacer. A destacar también MACBETH (Roman Polanski, 1971). Muy bien dirigida e interpretada, esta historia de ambición por el poder tampoco tuvo una gran acogida en su momento, de hecho fracasó en taquilla. Y había sido la primera producción para el cine de Playboy. Ya se sabe lo del mal fario de “la obra escocesa” y a pesar de todo el cine insiste en adaptarla, como recientemente MACBETH (Justin Kurzel, 2015), protagonizada por Michael Fassbender.
RAN (Akira Kurosawa, 1985). Al legendario cineasta japonés le encantaba Shakespeare desde que se basó en Macbeth para rodar con gran acierto TRONO DE SANGRE (Akira Kurosawa, 1957), ambientada en la época shogun, llena de samuráis y flechazos. O sea que ya sabía de qué iba la cosa cuando se embarcó en la épica RAN, a partir de El Rey Lear. Un deslumbrante despliegue visual, lleno de furia y sangre, con una portentosa interpretación de Tatsuya Nakadai. Palabras mayores.
BÉSAME, KATE (George Sidney, 1953). Las estrellas de los 50 Howard Keel y Kathryn Grayson protagonizan esta comedia musical de la Metro con canciones de Cole Porter, basada en La fierecilla domada. En su día fue rodada en 3D y Ansco Color, recientemente recuperado para la edición bluray. Cuenta con fantásticos números musicales a cargo de Ann Miller y Bob Fosse. Y por cierto LA MUJER INDOMABLE (Franco Zefirelli, 1967) es la adaptación de la obra mencionada que protagonizaron Elizabeth Taylor y Richard Burton. Todos se lo pasaron en grande y tuvo mucho éxito.
ENRIQUE V (Laurence Olivier, 1944) y ENRIQUE V (Kenneth Branagh, 1989). Dos fieles adaptaciones y dos peliculones. La primera fue la primera rodada en color en el cine británico y es una fiel visualización por parte de Olivier de cómo era el teatro en tiempos de Shakespeare, pero que poco a poco se va expandiendo desde el escenario de The Globe hasta el vasto campo de batalla de Agincourt. Y Branagh quedó en la memoria con sus dos célebres y vibrantes arengas. Y vaya música de Patrick Doyle y vaya reparto. Y, claro, vaya texto.
ROSENCRANTZ Y GUILDENSTERN HAN MUERTO (Tom Stoppard, 1990). Gary Oldman y Tim Roth dan vida a estos personajes secundarios de Hamlet, sin darse cuenta de lo que les espera, en una insólita comedia dirigida por el reputado dramaturgo y guionista de SHAKESPEARE IN LOVE (John Madden, 1998). Ganó el León de Oro en Venecia y es una joyita.
Y podríamos seguir mencionando películas de gran altura que adaptaron obras de Shakespeare, como la malévola RICARDO III (Laurence Olivier, 1955), la sorprendente OTELO (Orson Welles, 1951), la divertida MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES (Kenneth Branagh, 1993) o la evocadora EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO (Michael Hoffman, 1999) y tantas y tantas más, sin olvidar una mención a SER O NO SER (Ernst Lubitsch, 1940), aunque a decir verdad, de Shakespeare solo utiliza el famoso monólogo como pretexto. En fin, hay muchos títulos que buscar… y hay que centrarse. Finis.