LUIS SALA
Doctor en Historia y periodista
No es fácil sorprender a estas alturas con un libro sobre el terrorismo de ETA. Pepa Bueno lo consigue en Vidas arrebatadas. Los huérfanos de ETA (Planeta), con una fórmula que suele dar resultado: buen periodismo. La reportera cuenta la historia de los hermanos José Mari y Víctor Pino Fernández, que sobrevivieron al atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, en el que murieron sus padres, José y Mari Carmen, y su hermana pequeña, Silvia. Ellos tenían entonces 13 y 11 años. Aquel día, un día cualquiera, 11 de diciembre de 1987, su vida se vino abajo como el edificio en el que vivían otras 40 familias de guardias civiles.
Después de cuatro años en un internado para huérfanos de la Guardia Civil y, por caminos diferentes, los dos hermanos acabaron preparándose para entrar en el Cuerpo, siguiendo los pasos de su padre. Completada la formación, el mayor fue destinado a Talavera de la Reina, Huesca y Castro. A Víctor, tras un breve paso por Girona, le mandaron al cuartel de La Salve de Bilbao. Increíble, pero real. Real como que un tercio de las víctimas del terrorismo sufren estrés postraumático pasados veinte años del atentado. Real como la culpa, las pesadillas, el alcohol, los deseos de suicidio y las heridas que no curan.
Escribió el maestra Sábato que no hay temas grandes o pequeños, asuntos triviales o asuntos sublimes. Son los hombres y las mujeres los que son grandes, pequeños, triviales o sublimes. Y es una suerte que la historia singular de los hermanos Pino se haya encontrado con una periodista apellidada Bueno empeñada en contárnosla.