Después de 23 años de brindarnos noches mágicas y experiencias inolvidables, es con un nudo en la garganta que nos despedimos de Badulake. Este emblemático club nocturno, ubicado en la calle Hernani, ha sido mucho más que un lugar de diversión; ha sido un santuario de la libertad y la pasión, un faro en medio de la noche bilbaína.
Las fundadoras de este emblemático pub, Yolanda Martínez y Elena Sarasola, han sido los pilares de esta aventura que comenzó hace más de dos décadas. Su visión y determinación crearon un espacio donde la música, la diversión y la camaradería se fusionaron en un rincón de la ciudad que abrazó la diversidad y la autenticidad. Ganadoras del Premio Trayectoria, en la gala de los 8M Sariak de este año, han llegado al corazón de cada persona que ha cruzado la puerta de Badulake.
En estos 23 años, Badulak ha sido un referente en el ocio de animación nocturna, es un verdadero espacio de canto a la vida, un lugar difusor de las libertades y de los valores sociales. Una de sus grandes labores ha sido ofrecer una programación de artes escénicas de pequeño formato de gran variedad que va desde la Performance, a los cortos pasando por el teatro, danza, monólogos etc.
A pesar del cierre de estas puertas, Badulake vive en los recuerdos de cada uno de nosotros y en la historia de la ciudad.
Las noches se vuelven más oscuras en Bilbao
Las noches de Bilbao solían estar llenas de juerguistas, música y diversión sin fin. Cada fin de semana, estos emblemáticos clubes nocturnos atraían a multitudes ansiosas de disfrutar de la vida nocturna. Ahora, algunos de esos clubes han cerrado. Pero, estos lugares dejaron una huella imborrable en la memoria de los vascos a lo largo de décadas, y lo que queda de ellos ahora es un cúmulo de recuerdos y amistades duraderas:
Crystal y La Bola de Cristal: En Plaza Venezuela, 1, solía encontrarse un lugar que era sinónimo de diversión: Crystal o La Bola de Cristal. Los años 80 vieron a un público de mediana edad y a una banda de funk creando un ambiente inolvidable rodeado de una decoración típica de la época, con tonos rosas y grises. Sin embargo, como a menudo sucede, Crystal cambió de dueños y su rumbo se desvió hacia un nuevo destino. A pesar de conservar su icónico neón rosa, comenzaron a ofrecer espectáculos de transformismo.
GAUEKO:
Ubicado en la calle Ronda, 25, en el Casco Viejo, Gaueko es un nombre que muchos recuerdan con cariño. Nacido en 1975, en sus inicios era un establecimiento nocturno que acogía conciertos y descubría nuevos talentos musicales. Los noctámbulos se contoneaban en un ambiente decorado con azulejos blancos, y el sonido de Prince o PiL era la banda sonora de la diversión.
LA JAULA O EL GARAJE:
En Ibarrekolanda, se alzaba uno de los lugares más queridos por los amantes del rock. La Jaula o El Garaje fue un punto de encuentro para adolescentes rockeros. Con conciertos de rock and roll, garaje y ardientes gogós, este lugar era un sueño hecho realidad para muchos. Sin embargo, eventualmente, la actividad turbulenta de ciertos individuos marcó su cierre.
DOLLS
Podría haber sido solo un pub más en la lista, pero lo que hizo especial a este lugar fue la selección musical de Julián, su DJ. A pesar de su tamaño, que era más bien reducido, este pub se destacaba. La pista de baile, revestida de espejos, tenía espacio para a lo sumo 10 personas, o incluso 5 si venían con abundantes hombreras o peinados cardados, que eran una tendencia común en la época.
En este rincón, canciones como «Telephone Operator» de Pete Shelley, «The Lovecats» de The Cure, «Der Mussolini» de DAF y «Chips On My Shoulder» de Soft Cell se convirtieron en auténticos himnos. Este pub tenía un ambiente único, con sus paredes pintadas asemejando el interior de una nave espacial abandonada. A través de los agujeros en las paredes, podías vislumbrar el espacio exterior, lo que añadía una dimensión cósmica a la experiencia musical y visual que ofrecía. Era un lugar donde la música y la atmósfera se unían para crear algo inolvidable en medio de la noche.
YOKO LENNON
En 1981, bajo la dirección del pintor y crítico taurino Javier Urquijo, el lugar experimentó un cambio drástico y pasó a llamarse Yoko Lennon’s. A partir de ese momento, se convirtió en el punto de encuentro para personas modernas de todas las esferas de la sociedad, desde celebridades de paso por la ciudad hasta las trabajadoras de las barras americanas de la calle General Concha, parejas recién casadas, estudiantes que celebraban sus fiestas de viaje de estudios y mucho más.
Yoko Lennon’s ofrecía una oferta musical vanguardista que incluía géneros como el new romantic, tecnopop y new wave. Los conciertos en este lugar eran igualmente eclécticos, atrayendo a artistas desde Mari Trini hasta las Vulpess, o incluso a Tino Casal. Además, este icónico lugar contaba con un relaciones públicas que se desplazaba por la sala en patines de roller disco, añadiendo un toque de estilo único a la experiencia nocturna.
Estas discotecas, con sus ritmos y atmósfera inolvidables, dejan atrás recuerdos imborrables en los corazones de quienes las disfrutaron. Aunque sus puertas se hayan cerrado, su espíritu y legado continúan vivos en las historias que cuentan los bilbaínos de aquellos tiempos dorados de la vida nocturna.