La segunda entrevista del nuevo ciclo del Instituto de la Lengua de Castilla y León Poesía en Partitura fue al gran Antonio Arias.
Antonio Arias es un cantautor español y líder del grupo de rock Lagartija Nick. Tras abandonar el grupo de rock granadino 091 en pleno éxito, Antonio decidió montar una nueva banda con su amigo Eric Jiménez. Esto ocurre en 1987. Desde 1991, con la formación completa de la banda, el grupo Lagartija Nick ha publicado catorce discos.
Entrevista a Antonio Arias en el ciclo Poesía en Partitura
Para que veáis que el mundo del arte y de la música popular es más difícil de lo que pudiera parecer, este señor ha venido desde Granada conduciendo él, como mandan los cánones. Estás haciendo la historia a la inversa, haciendo las cosas que hacen los chavales al comienzo, pero después de tres décadas de trayectoria.
Buenas tardes. Desde el 82, ¡40 años! Ese no soy yo. Ten en cuenta que yo estoy convencido de que en este mundo de las artes existe el yin y el yang. No es que tengas una época buena y otra mala, no es que a veces vayas en grades formaciones y grandes espectáculos y luego bajes. No, es que todo está ocurriendo a la vez. Con este último libro-disco se presta mucho a charla y a comentarios.
Es una absoluta joya. Luego hablaremos de él.
Y creo que con la divulgación, el contacto con la gente y las charlas se llega a otros espacios que para mí son lo mismo. No es que vaya y venga, lo mismo estamos tocando mañana en Nueva York con el Omega y te tratan de puta madre, pero tú eres el mismo siempre. Porque luego vas a salir y nos vamos a ver todos. No lo vivo todo simultáneamente, no tengo el concepto de éxito-fracaso. Por dentro me pueden doler las cosas, pero a la hora del oficio es todo lo mismo.
Antonio, ¿acabas de caer en la cuenta de que el año que viene cumples cuatro décadas de oficio?
De profesional, cobrando por tocar algunas veces. Ahí es cuando empecé, antes no cobraba nunca.
¿Tú eres de los de mirar mucho atrás? ¿Te parece que es una buena ocasión? Una antología para ver todo lo que llevas hecho, que es mucho.
No tengo yo un concepto ni memoria nostálgicos. La memoria y la nostalgia vienen si a veces oyes algo, si te pones el primer disco. De primeras me gusta oírlo y echo la vista atrás, pero, en seguida, como músico entras al estudio, y otra vez las movidas. De primeras, en un impulso, yo creo que también tengo esa relación con el pasado. Cuando miro para atrás digo: ‘Quién es ese tío, me encanta ese tío’, pero, cuando me meto otra vez en ese cuerpo, digo: ‘Fua, tío’.
Me encanta ese tío que eres tú, ¿no?
Sí, en el sentido de ese impulso que llevas cuando empiezas, que no tienes mucho conocimiento, pero eres muy cabezón. Que quieres posicionarte en el mundo y quieres gritar a los cuatro vientos cómo te sientes y todo lo que sabes, y desde tu sencillez a tu pedantería. El arte tiene eso bueno, que desnuda rápido, y luego con las formaciones tienes más un concepto, no solo el que sale adelante, pero luego el contacto con la gente no es fardar, es la comunicación. Ahí sucede algo que interfiere en ti. Cuando tú presentas tu trabajo de cara al público no estás solo diciendo estoy aquí, sino estoy esperando vuestra respuesta que va a cambiar el curso de los acontecimientos, por mucho que hayamos comentado que eres cabezón o lo que quieras. Eso es lo que estás buscando.
Una frase que dijeron los Ceros cuando me fui fue: ‘Sabes que a partir de ahora te encuentras con alguna dificultad. Aquí termina tu carrera’ me dijeron. Eso es un quiero saber, y ese proceso es muy importante. Yo vengo de pequeño, con mis hermanos mayores que han traído los discos. Y, de pronto, tenía un acceso tremendo a la música del 74-75 (rock progresivo y todo eso). Tenías una gama de lo que a ti te gustaba. Ya en el año 77, habíamos superado al rock progresivo y mi hermano me llevó a la tienda a comprar el disco de los Sex Pistols con mi dinero.
¿Cuál fue el primer disco que te compraste con tu dinero?
El With the Beatles. Mi hermano era más de los Rolling y me dijo: ‘Tú vas a ser de los Beatles’. Tengo dos copias en mono de ese disco, que se vendía todavía en los 70. Con hermanos mayores, tú crees que todo el mundo tiene ese conocimiento de la música. Te atreves también porque eres tan ignorante de pensar: ‘Estos se creen que yo ya he superado a Génesis, estoy en la fase punk, nadie sabe nada’. Estás intentando demostrar algo a alguien y ese alguien todavía está por conocer. También creo que en los cambios de estilo también buscas eso, seguir conociéndote. Un paso muy importante es salir, montar tu banda y buscártelo porque tu carrera termina.
Ya que mencionabas antes lo de 091, los dejas en el 82…
Los dejé en el 86. Acabábamos de hacer disco con Joe Strummer y, de pronto, llega a casa un grafiti feísimo que parecía la etiqueta de unos vaqueros, el disco rojo y, la mitad de las mezclas, si no todas, eran de Joe. El caso es que cuando llegó dije: ’José Ignacio, yo me voy’; ‘No tío aguanta’. Yo sabía lo que él quería decir, estábamos en un buen sitio, éramos profesionales. Pero yo me veía que o daba el paso o ya no iba a tener valor. Esto era un motivo suficiente, y ya me tiré p’alante. El batería estaba trabajando en aquel tiempo en un pub (porque le habían echado) y le dije: ‘Si yo mañana dejo los Ceros, ¿montamos un grupo juntos?’. Y ya con un bajo y una batería… guitarristas hay así.
¿A ti te parecía normal fiarte de un tipo poco formal para dejar un grupo de éxito y montar una cosa nueva?
No me lo había planteado. Tocar con Eddie era otra dimensión. Es de los pocos baterías que tiene una psicología que entra en tu manera de tocar. Y eso para las canciones es muy bueno. Él también tenía mucha obsesión porque todo fuese más punki, pero, a la vez, estaba desarrollando mi repertorio con un gran batería en una aventura que era el momento que hacerla. Porque como batería es distinguible, se te mete en el sentido y, desde el año 82 que llevamos tocando junto, no lo miro, nada más que para pararlo. Lo que no tiene que ver con hablar en el escenario, es fluido todo. De hecho, el último mensaje que tengo de Eric a las seis de la mañana es de anoche, Isaac, y escribió mi epitafio. No sé por qué le ha dado por la muerte.
Pero ¿era a través de una larga conversación?
No, me hacía mi epitafio: Antonio Arias murió tal día… A lo que iba es que lo conocí cuando tenía 14 años y el último mensaje es de anoche. Y seguimos tocando. Al principio, mi madre decía, en vez de ‘Lagartija Nick’, los ‘Eric’.
Lo de Lagartija Nick, a una madre, es algo que le sonaba feo.
A ella todo le sonaba raro, todo lo que eran grupos… No hubo ahí nunca un nombre que dijera ‘Ay, qué nombre más guapo’. Es a lo que vamos, lo emocional, el único amigo de verdad que conservo desde los catorce años, con todo lo que conlleva un amigo de verdad. De estos que te han jodido, a los que tú has jodido. Y eso dice mucho también de mi elección. Conseguí también a un batería de los planetas muy bueno.
Resumimos un poco todo lo que hemos estado comentando de juntar el grupo, que tuviera sonido potente, alejarnos de los 40 y tener independencia. Sería la única canción que entró en los 40 principales.
Hemos empezado por la última del repertorio. Como decía el maestro Enrique: ‘Yo estoy despierto, pero la voz aún no’. Antes hablábamos de mi hermano, que era músico, poeta y periodista de profesión. Y, en esta canción, se refleja la estructura de cómo escribía mi hermano en TNT y de cómo escribía Joe Strummer. El haber podido conocer al cantante de The Crash y ver cómo trabajaba las letras, tiene un poco de todo eso. Un poco collage, que se refleje un mensaje por sí mismo, incluso intentar romper las formas mentales y las formas de tiempo.
Yo había trabajado con gente como Jesús Arias o José Ignacio Lapide, que parece que por las noches los duendes les escriben las letras. Yo ahí no puedo llegar, pero me gusta manejar las letras de canciones y una estructura un poco collage. Joe tenía una manera de escribir un poco extraña, por lo menos cuando yo vi que él escribía una frase. Después de la última letra, escribía debajo todas las palabras que rimaban e iba rellenando lo más difícil.
¿Has conocido a alguien que pudiera hacerlo?
Ni yo podía hacerlo. Lo he intentado hacer, pero a mí eso no me funciona.
¿Cómo lo haces tú? ¿Lo tienes interiorizado después de 39 años dedicándote profesionalmente a esto o sigue siendo un misterio incluso para ti mismo?
Es un impulso, una intuición, un principio de algo, aunque yo atiendo más por épocas. En mi estructura, era más el collage, el mensaje abstracto. Luego estudias y trabajas otro tipo de poemarios y otro tipo de letras. Pero la narrativa donde peor me he encontrado yo, cuando hablo con Fernando Alfaro que tiene un aspecto más costumbrista y desarrollado o el mismo Chinarro, que refleja postales muy bonitas. Yo para eso no me veo fuerte, no me motiva tanto, aunque he escrito cosas como si hubiera aprendido algo. Pero a veces acudo al que no sabe nada.
Una curiosidad. Has mencionado que esta canción llegó a los 40 principales, aunque no llegasteis al número uno. Atrévete a decirme alguna de las 40 canciones que están en la lista de los 40 principales ahora mismo. ¿Te sabes alguna?
No me sé ninguna canción, pero artistas sí. Bad Bunny, Taylosr Swift, Viva Suecia, Joaquín Sabina…. Los nombres nos suenan porque vivimos en un mundo en el que es inevitable abstraerte.
El otro día, hablando de los 40 principales con Marwan, decía que cuando era un chavalín, y hablo del año 91, dentro de lo que cabe eran Sting, Springsteen, Michael Jackson… ¿Estás decepcionado con todo eso que llamamos ‘mainstream’?
Se ha convertido en esa masa viscosa de la guerra de los mundos que al final lo invade todo. Parecía un algo concreto, pero en Canal Sur ya se cambió en su momento. Antes había programas de apoyo a los grupos emergentes, y se convirtió en Canal Fiesta. Esa masa gelatinosa ha ido invadiéndolo todo. En el coche estábamos cantado el himno de los 40 principales con Radio 3. En nuestro entorno, todo es un poco ‘mainstream’. Esto se ha convertido en que el mensaje no puede pasar de: ‘Anoche te vi en la discoteca y te fuiste con el pipa de los Lory Meyers, por ejemplo’. La visión única desde el yo quiero, desde mi yo.
Eso se está potenciando y, desde la publicidad, lo vemos. Cuando oyes durante varias horas una emisora y todos los mensajes son el mismo, algo está fallando. No digo que falle la radio, fallamos todos los artistas. Si el mensaje lo voy a limitar porque necesito salir en la radio, me va a costar muchísimo no hacer mío ese mensaje que no está impuesto, pero está dicho tantas veces al día en la emisora. Todos estamos avisados, porque el ‘mainstream’ ha invadido todo. No quiero decir nada, pero Coldplay o The Killer no necesitan mánager, lo tienen aquí. Emisoras y programas que te ponen un locutor de radio y no te pueden poner otro. Tienes una opción de que tu disco salga en la radio. Esto si lo he dicho es porque me preocupa, no porque sea un viejo cascarrabias.
Yo creo que siempre has dicho lo que te ha dado la gana, no es necesario…
Si sabes las consecuencias, sí. Eso se va aprendiendo.
Si tú con años te piras de un grupo que sabes que va a triunfar, tú las consecuencias las tuviste claras desde el principio.
Claro. Con esas mismas empezamos con esta movida de Nuevo Harlem, segundo disco con Sony. Cartel en la gran vía de Madrid, el impacto en la memoria de la gente, con una campaña tan bestial, a la gente le queda. Sé que el riesgo es algo, pero solo se vive una vez. En un mundo donde los deseos musicales tienden a cumplirse si te esfuerzas, como en los cuentos de Disney… yo he tenido la oportunidad de saludar a Leonard Cohen, eso en el mundo de la realidad me da otras satisfacciones. Pero, artísticamente, quizá, por esos otros vínculos, cuando te ven un poco suicidas, encuentras a otros suicidas como tú.
¿Quién era más suicida de los dos, Morente o tú?
Morente era más suicida azuzador, pero, a la hora de la verdad, cuando te veía caer, te decía: ‘¿Por qué te has tirado?’. Y era capaz de decirte: ‘Si yo no soy el mismo que hace cinco minutos’. Era un tío, primero valiente, pero en el sentido de cómo trataba la interacción con los mánager y las compañías de discos. El ser capaz de dejarlo todo en ese mismo momento, los mosqueos y broncas y problemas que había en directo resolverlos ahí mismo. Eso yo nunca lo he visto con nadie. Y que los Omegas, cuando nos quedamos solos, ya era diferente.
Ahí es donde yo vi que era no solo un maestro, sino un gurú. Por eso, estamos en Sony con Lagartija Nick y se nos presenta la posibilidad de trabajar con Enrique Morente, tenerlo cerca. Pudimos hacer algo muy interesante y muy potente y fue un paso muy trascendental. Yo pensé que a la gente le encantaría.
¿Tú pensaste, grabando eso, que iba a ser un exitazo del primer día?
No te lo puedes ni imaginar. Lo sacamos en lo inédito de Omega. Era lo que daba sentido a lo que hemos hablado en un principio. Por qué me he ido, por qué sigo en esa búsqueda, en ese concepto de emergencia. Era una fisión, porque todos queríamos ser lo mismo, pero, al mismo tiempo, no podíamos evitar estar siendo modificados genéticamente y musicalmente con esa experiencia. Esa búsqueda y esa valentía también me animaban a mí.
Se juntaron el hambre y las ganas de comer con vosotros dos.
Hubo un tiempo que la banda iba muy bien. Tengo grabado que la canción Omega en 16 minutos ya estaba hecha. Se componía de una manera distinta todo lo que habíamos hecho, desde un punto de vista emocional. En Omega, mi hermano tenía un estudio hecho de que ese era el grito. Era un poema rarísimo que yo no conocía y partíamos de un poema de Lorca muy potente.
Todo lo de Lorca es cantable, tiene un algo dentro que tú quieres saber cuál es la música que él intuye ahí. Quieres descubrir la música que hay dentro del poema de Lorca, la que hizo el músico y no el poeta. Esa manera de componer era lo que cambió nuestro código genético para siempre. Primero está la curiosidad de Enrique y, luego aportar música al mundo. Porque la genética que nos rodea es el rock, pero encontrar tu base genética de datos en el maestro, más allá del flamenco… Yo ya no sé qué tiene más peso, si el maestro o el flamenco. Cuando tienes ya todo, ahí dices: ‘Esto a la gente le va a flipar’.
Y lo que sucedió fue que no lo entendió nadie.
Tocamos en Granada, presentamos el disco y los bises eran una hora de Omega. Sacamos a un amigo de Lorca, la gente se reía de él y eso no es lo que habíamos pensado. Pensamos en hacerlo en el teatro Albéniz, pero ahí tampoco gustó. Nunca habíamos tenido un disco que causara esas reacciones y estaba claro que ahí pasaba algo y no era el momento de dejarlo. La gente te decía: ‘Deja al gitano…’, pero él era el único que no era gitano. Pero había que hacerlo, porque él creaba un puente para aprender flamenco de mano de Enrique. La primera hecatombe fueron muchas hecatombes. Pero siempre fue un trabajo en el que volvemos al principio. Está nuestra intuición, hemos aprendido y hemos seguido para adelante.
Se juntó que venía haciendo versiones de Leonard Cohen, y como mi hermano tenía hecho una adaptación de Niño ahogado en el pozo, y ya teníamos Omega, lo demás era repartirse. Yo quería Vuelta de Paseo.
Aquí he metido casi todas las versiones que hacíamos. La madre de Enrique murió el día 31 de mayo del 96, y le dije: ‘Enrique, en esta semana seguimos’. Y me dijo: ‘No, esta tarde’. Y lo recordaré siempre, porque yo no he tenido esa fortaleza, pero él no quiso parar la música por nada del mundo. Otra demostración de que en el disco ocurrían cosas que no ocurren en otros discos.
Bonitas anécdotas, gracias por compartirlas. Yo creo que es un honor haber sido artífice en primera persona de un acontecimiento de tal magnitud y da un poco de vértigo el pensar que difícilmente habrá una alineación de planetas que permita que sea artífice de algo nuevamente tan grande. Te colocas el listón tan en la estratosfera que sabes que no vas a poder superarte.
Ese disco tiene lo que estamos hablando: una serie de personajes que están dándolo todo. Yo siempre había luchado por hacer un disco entero. Enrique tenía querer un control y yo estaba obsesionado con el momento de componer y sacar temas. Había muchos artistas de primera fila (El tomate, La Hierbabuena, Pepe Habichuela…), pero había una escena y una ebullición. Nosotros nos hemos quedado con el impacto y se lleva por delante el trabajo de Isidro Ramos, que son maravillas de composiciones. Yo me callo y me pongo la medalla, pero sé perfectamente que hay un impacto tremendo detrás por parte del equipo.
Antonio, ¿tú cuándo te hiciste lorquiano?
Siendo granadino no te puedes bajar del caballo, porque está tan dentro de ti, hay tantas conexiones… Te dan la suficiente ración de Lorca para que te hinches y lo odies, pero no sé qué tienen esos escritores. El problema es que no te puedes quitar, y vas a descubrir siempre tu propio Lorca. Cada uno tiene el suyo y eso es lo que hace que alguien se te haya metido ahí dentro y no puedas gestionarlo de otra manera. Y se enfrenta a Lorca de los otros.
Estáis popularizando un término de Miguel Poveda: ‘Enlorquecido a vuestra manera’.
Cada uno mira qué sigue dando un hombre que no vio un duro de sus poemas, y nosotros que le vemos tanto dinero siempre, es un poco insultante, pero es la gloria de Lorca. Todavía no la hemos firmado nosotros, que sería la moda.
Y tú que has trabajado muy de cerca con la poesía, ¿has encontrado esa sensación de poeta musical, que va por las venas de los versos? En algunos otros casos, semejantes o que se acerquen a la musicalidad de Lorca.
Inmediatamente después de hacer el disco de Lorca, ya estábamos maquetando en el estudio alguna canción de Valdelomar. Yo sé que no está considerado poeta porque era un cineasta, pero tenía entidad propia en su poesía. Yo me sentí hijo de Valdelomar poéticamente, un poeta electrónico que abarca otra terminología, que se inventa palabras, que busca la mística electrónica, la conexión con la humanidad. Es a quien yo considero mi padre artístico como poeta. Pero mi hermano dice que no, que Valdelomar es él. Tiene una entidad, para mí, absolutamente propia, original. Es motivo cantarlo.
O que se te había adelantado a lo que tú querías escribir en ese momento.
Yo siempre, aunque escriba. Ya la última época me está preocupando, porque cuando más aprendes de poesía, más ves cosas que se ajustan a tu medida y que te gustaría cantar. Y como los poetas tienen ese arte, siempre te quedas un ratillo más y ya dejas de escribir. Yo creo que a Enrique también le pasó, más a partir de los 90. Pero, el encontrar un camino, fue con Valdelomar, que dices: ‘Hay gente como tú, que se va a morir de asco, pero con una obra tremenda’.
Maravillosa, con esos acordes te digo dos cosas: una, no entras en los 40 principales y otra, tampoco encajas con los Sex Pistols.
Esto sería cuando digamos que lo epigenético se ha fundido con lo genético. Tenemos el ritmo de bulería por soleá, y ya tienes lo que ha quedado en ti dentro con la extrañeza de Val del Omar y con una poesía que ya no pretende ser Lorca. Con el ritmo de intervalos… tiene todos los elementos del otro. De hecho, se conocieron y, de hecho, creo que Val de Omar llegó a ser novio de Isa García Lorca. Tenían cierta conexión. Pero uno no quiere ser el otro. Aunque la obra de Val del Omar se basa principalmente en Lorca y en Falla, aunque era un creador de música concreta. Ahí ya Val del Omar te enseña cuál es el peligro de la soledad, aunque siempre nos quejamos mucho de que lo bien que estamos solos.
He estado siempre en la cuerda floja, he reivindicado, defendido y ejercido esa primera persona, el hacer lo que has querido hacer, aun asumiendo las consecuencias como decíamos antes. Te ha convertido en un maldito para lo bueno y para lo malo en la historia de nuestra música.
El papel de maldito está muy pedido, tiene muchos pretendientes. Ese papel tiene muchos novios. Creo que hay que tomarse las cosas como vienen, pero no dejarse destrozar por ese malditismo. Es bueno, es un sitio chulo. Syd Barrett era un maldito, pero ‘forreras’, porque daba dinero a espuertas con las canciones de Pink Floyd. Pero hay que gestionarlo de una manera. Yo voy a lo que voy, por donde voy, conozco los riesgos, pero, sin embargo, quiero tener una obra de otro tipo, mucho más solo se vive una vez, buscarme donde no me conozco. Quiero hacer cosas que no sé hacer, pero luego no dejarme llevar por el cliché maldito.
Yo, por lo menos, desgraciadamente que conozco casos muy cercanos donde he visto que la gente en esta industria con este arte se desespera mucho porque no tienen reconocimiento, están en el peor mundo para eso. También hay que ‘yinyanear’ como hemos dicho desde un principio, un poco de yin y yang, un poco de vida normal, un poco de vida maldita, un poquito de Burgos. Creo que fue Fernando Pardo en el libro del ‘Pequeño circo’ decía que los ‘granainos’ nunca se han muerto de sobredosis, porque son unos hedonistas, solo les gusta vivir bien, comer bien y disfrutar de la vida. Así que he tenido muchos casos que la gente se desespera, pillan unas depresiones tremendas, algunos llegan a morir de depresión porque no entienden. No te puedes crucificar a ti mismo, lo estás haciendo porque tú quieres, por hacerte feliz a ti y a la gente.
Si no haces nada por ti, tampoco puedes hacer nada por la gente. Si te amargas, te amargas para todo el mundo, para ti y para los demás. En ese caso, yo procuro gestionarlo de esa manera. Sé lo que pasa, pero no dejo que me arrastre. Todos hemos vivido épocas autodestructivas en diferentes niveles, es inherente al ser humano. Estoy harto de verlo en el espejo, pero, al mismo tiempo, dices: ‘Mira, ese soy yo’. Tiene que darte un poco esa mano izquierda, no ser demasiado cruel contigo mismo. Hace poco, hablando con un músico que estaba un poco amargado, estaba marcado porque el tercer disco no le había funcionado. Le dije que yo tengo 25. Echa monedas, échale monedas ahí, que así te vas a morir de pena. Cuando tengas 25 y te no haya funcionado ninguno… dices: ‘Quizá debería tomármelo con más calma, hasta el 25’.
¿Quién era Antonio? Ahora que no nos está escuchando nadie.
Era el ‘osito’ de Napoleón. Estaba triste por eso. Además, es de los mejores. Es una generación la de ‘Napoleón Solo’, que tiene un conocimiento musical tremendo. Un gusto, una manera de cantar, de tocar totalmente distinta a nosotros. Nosotros veníamos del rock más forzado, ahora hay una generación tan abierta al mundo, que es una pena. El entorno donde te mueves, la pecera donde nadas, no te hace mucho caso. Yo suelo cambiar muy a menudo de pecera. La mitad no tiene agua, pero procuro cambiar de pecera y buscarme en otro sitio, y así entiendo mi fracaso. No es que de esto yo no sepa mucho, es que esto no me ha salido muy bien. Pues otra moneda, otra moneda.
Pero tu objetivo principal cada vez que metes una moneda es sorprenderte a ti mismo.
Esa sorpresa ocurre cuando estás en tu casa. Que a la mañana siguiente me parezca una mierda el poder haber encontrado otro caminillo por el que seguir, por el que ilusionarme y seguir componiendo otros. Eso es lo que me motiva ‘a priori’, luego se lo enseño a Isa y, si le gusta, lo pasamos al ensayo. Pero primero sí, busco esa recompensa.
Eso sí que es una responsabilidad compañera.
No necesariamente hasta el final. No lo estoy cuidando tanto en mi casa y, cuando ya empieza a formar parte de otra gente, es cuando ya empieza a agobiarme el trabajo, donde creo que estoy cediendo mucho. En todos los grupos hay que ceder, por eso es un grupo. Aunque tú compongas todo, en un grupo es lo que hay, vas cediendo cosas porque te gusta mucho como toca este, pero es distinto a lo que tú habías sacado. Ahí ya se te va desprendiendo y la obra final ya… como en aquella canción de ‘Jarcha‘: ‘La copla que está en mi boca a punto de ser del viento que lejos de aquella copla que estaba en mi pensamiento’… está lejos, pero también ha ido a otro sitios.
Hay canciones que agradecen muchísimo un trabajo infinito de arreglos y hay otras que salen más fluidas. Tiene que ver con defecar, con quitarse cosas de encima. No puedes tener esa gran cantidad de canciones en la cabeza sin grabar, sin editar. Tienes que defecar. En el fondo y en la forma, es una defecación.
Esta es una escuela poética distinta a la de Lorca.
Está tan interiorizado cuando han dicho: ‘Será una mierda’.
Antonio, en este momento panorámico de tú vida, vas a cumplir 40 años. De este encuentro va a salir una antológica por tu 40 aniversario, lo estoy viendo venir. Nos la vamos a comprar todos. 25 monedas metidas, aproximadamente. ¿Cómo es tú latido interior en estos momentos? ¿Está siendo una época en la que te sientes más sereno, te sientes más sabio, te sientes más culto?
Yo me siento mejor músico para sacar proyectos. Creo que he avanzado en ese talante de poder aportar en una formación un poco de ideas positivas, buen rollo y seguir p’alante. Esfuerzo y trabajo, eso lo gestiono muchísimo mejor, y sin necesidad de alzar la voz. He conseguido un control de mí mismo. Eric lo ha escrito en su libro, que si un día le tiré un carro en un aeropuerto, etc. Era otra manera de gestionar el mando. Aunque, como te he dicho, todos los grupos son cuatro partes, o las que sean. Ahí sí que me considero mucho más capaz de enfrentarme a retos y proyectos con muchísima más calma y aunando gente.
Ahora mismo, un disco que tengo grabado es música nazarí, músicas árabe y español. Ese ya está terminado, estamos esperando un buen momento para sacarlo. El grupo se llama ‘Maolí’ y he terminado toda la maquetación del próximo de Lagartija Nick, que es Buñuel. Empezaremos a grabarlo en verano del año que viene. A Buñuel no se le ha cantado mucho. Lo que hablábamos antes, que cuando la poesía te agarra como una serpiente, como un pulpo, ya eres incapaz de escribir por tu propia mano. Pero, si tienes esos proyectos… una cosa es tener proyectos y otra es gestionarlos.
Yo puedo tener tres o cuatro proyectos, pero si me dedico a hacerlos continuamente en un año, no atiendo a ninguno. Por eso, cuando por fin pude editar el libro de ‘Hola tierra’, dijimos de pararlo todo y poder gestionar, porque ya iba a salir algo de ‘Lagartija’. Yo creo que ahí tiene que haber esa tranquilidad que da el tiempo. No pasa nada porque el disco lleve ahí guardado años, porque cuando salga la gente lo va a escuchar de nuevas. A mí me mola, pero no me mato en echar las monedas. Espero mis cosas. Sé que tengo monedas y luego las juego. Pero tengo mucho ese control.
Te espera un año intenso, lo que me parece una magnífica noticia. No lo sabíamos, te faltaría el libro.
Tienes que contar la verdad, nadie lo va a hacer. Aquí la verdad es muy triste y muy dura, pero contar la verdad en un libro y que la gente lo pueda leer… En las canciones hacemos lo mismo. Yo creo que Eric lo hace porque no es autor de canciones, a parte, tiene buena pluma. El que hace canciones, ya está desnudado ahí. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Sin embargo, en una canción no te cuesta tanto decir cosas que son horribles de ti o de alguien o de tu alrededor. Sin embargo, en libro te gustaría contar esto, pero, sin embargo, esto no lo puedo contar. Contar lo que no puedo contar, que es otro poema de Val de Omar, es una agonía.
Si has visto los carteles, la gente, evidentemente, tiene más en la cabeza la marca, el nombre, la denominación de Lagartija Nick que la de Antonio Arias. No sé si en algún momento ha supuesto algún tipo de problema de índole interior tuyo para tu ego, para tu autosatisfacción.
Se funciona distinto, no tiene nada que ver con el material mejor o peor. Con un grupo, un material regular puede quedar fenomenal y salir grandes canciones. A mí se me ofreció salir en solitario en el año 1999, después de ‘Val del Omar’, y tenía que haberlo cogido. Ocurre lo mismo siempre que decimos de broma con el ‘Omega’, cuando nos decían a Enrique y a mí si no estábamos hartos con la de disco que tenemos, que más que hablen de uno. Enrique decía que parecía que a este le gustaba. Debe ser que se refería a que ese sí jugaba en otra liga. Un disco que había promocionado Leonard Cohen en las radios americanas juega en otra liga. Ahí no te puedo añadir mucho.
Lo de en solitario fue porque estaba harto de meter al grupo en movidas y como este era conceptual, los ‘multiversos’, a partir de 2009, era de poesía astronómica, astral, de poetas jóvenes españoles que mirasen al espacio. Carlos Marzal, Natalia Carbajosa, Ángel Mendoza, David Jou, que es con el más trabajé. Hice muchísima poesía suya, porque también hace muy buena poesía y divulgación científica. Eso ya era demasiado conceptual para el grupo, aunque hemos hecho cosas bastante conceptuales, como lo último, ‘Los cielos cabizbajos’.
Pero, al empezar con el rollo conceptual, dije que iba a hacerlo con mi nombre y así me podía ir colando en el observatorio. No pude grabar en el observatorio espacial. He podido tocar en Tenerife, en el Observatorio de Tenerife, en Puerto Lumbreras. Al meterme por esa naturaleza curiosa que quiero olfatear, de primeras siempre vas a contar con una extrañeza. Pero, cuando ya lleve cuatro monedas echadas, ya me tratarán distinto.
Así es la unión en ‘Hola tierra’, pues está el Instituto de Astrofísica y el CSIC, que hicimos en la Escalinata hace poco una presentación chulísima. Cada proyecto tiene un recorrido y sí que me arrepiento de no haberlo sacado con Lagartija. El productor del grupo, cuando yo terminaba mis sesiones en Granada, a la semana siguiente entraba Peter Murphy y me decía: ‘¿Qué canción quieres del disco para que colabore con Peter Murphy?’ Hice la canción, pero esto no es Lagartija Nick. Y me dice: ‘¿Y por qué no haces una con Lagartija Nick y Peter Murphy?’ Y digo: ‘Porque es Antonio Arias y Peter se me ha atravesado’, como si yo no fuera Lagartija.
Duelen las calabazas en cualquier contexto y a cualquier edad. No sé si todos conocéis este trabajo, gira en torno a los poemas muy pop, muy naif, de Alfred Worden. Era un astronauta que murió el año pasado y que participó en la misión del Apolo XV en el año 1971. ¿Tú te acuerdas de la llegada del hombre a la luna?
Yo de la llegada no, tenía 4 años en el 69. De eso no me acuerdo. De la era sí, en general sí me acuerdo, del general. Me refiero del ambiente, en general, no del general.
¿Del general sí te acuerdas?
Sí. En mi colegio, de niño, yo entraba con el brazo en alto.
¿Tú sabes que aquí estamos bajo el influjo del general, en este edificio?
Porque era una comisaría y lo sigue siendo. Tiene una presencia muy fuerte. Yo estudiaba en un colegio que se llamaba Primo De Rivera y teníamos que entrar cantando el ‘cara al sol ‘. Con el brazo extendido y no podías tocar el hombro del de delante. Esos eran los tiempos de Franco. Enseñabas las manos de nuevo a la maestra, si las tenías sucias, te marchabas para tu casa.
Sí, era muy duro. Me parece, en cualquier caso, una metáfora maravillosa que en estas paredes, no tantos años después, te estemos oyendo cantar.
Sí y, sobre todo, presentando el libro del astronauta. No todos los astronautas del Apolo XV escriben un libro. En cierta medida, todos los astronautas volvían modificados hasta cierto punto. Unos utilizaban más el arte para expresar su momento allí en el espacio, otros no. Pero Alfred Worden eligió la poesía después de la ruta que le daban al astronauta. Él por la noche escribía. Mo lo escribió en el espacio, pero en la mente están escritos en el espacio, de tal manera, que era un poemario cuando yo lo conseguí. Yo tardé cinco años en conseguir el libro por él.
¿El libro no estaba en ningún sitio?
No estaba, ¡ahora ya sí está! Edición bilingüe con doble CD, que lo tenemos ahí para venderlo, porque no sé si habrá llegado a las tiendas de aquí. Lo hemos traído aquí como los ‘medicine jar’, el elixir de la eterna juventud, escondido en las páginas de este libro. Es una poesía que, de primeras, dices: ‘Cómo me lo monto yo para que un astronauta me dé permiso para cantar en inglés su poesía’. Contacté con él a través de su biógrafo, él se quedó a cuadros. Luego me he enterado de por qué, cuando la hija vino hace un par de semanas a Granada.
Yo contacto con el astronauta y se me pone de perfil, no me dice ni que sí ni que no. Entonces, el último email que le envío para no soltar la goma ni soltar la cuerda, le digo que por favor me deje ir haciendo las adaptaciones al español. Esa fue la última conexión que tengo con él. Él muere y no me ha dicho ni que sí ni que no. Para mí, eso es un sí como un castillo.
La hija, luego, me comentó que la oficina de Brian May había llamado a Alfred Worden, pero se murió, y luego siguieron hablando con ella. Una historia muy rara porque le piden el poemario para hacerlo en el Starmus, que es un festival de Tangerine Dream, en Tenerife. Muy astral, un sitio muy chulo, para que Brian May lo haga en el Starmus. Pero siguen los meses y la hija de Al Worden le pregunta a esta: ‘¿Por qué no me ha llamado Brian May en ningún momento?’ y le dijo la hija de Al Worden a la tía esta que es mentira. Vaya ‘fake’, porque ya hay que saber lo del poemario, lo del el Starmus y hay que saber muchas cosas. Era un bulo muy elaborado, jodiéndome Brian May. Menos mal que era mentira, porque me tienen el Peter Murphy y el Brian May…
Vamos a hacer una cosa. Me vas a permitir la osadía de que elija yo un par de versos, como si conocieses bien en el poemario. Los voy a leer porque me parecen muy significativos de esta candidez. Esa profundidad de este hombre, Al Worden, que era astronauta y que no tenía una base poética al uso.
Pero Isa le preguntó a la hija: ‘¿Pero era lector de poesía?’ No, tampoco lo vi, pero escribe way. Yo creo que es la epifanía, algo que les toca en el cielo.
Como experiencia es impactante, es como para que te pasen cosas. Voy a leer unos versos que me parece que pueden ser significativos de lo que hay en este libro y en este poemario y luego te vas a marcar dos de las canciones de este poemario.
Dice en uno de los versos de los poemas que no es de ninguna de las que vas a cantar: ‘La vida es demasiado preciosa como para dejar que las ideas egocéntricas la apaguen, la luna debe enseñarnos no solo acerca de las eras geológicas, planetas y rompecabezas solares, sino sobre la vida, o acabaremos como ella. Yo creo que esa humildad que late en estos poemas escritos por un tipo que se siente absolutamente infinitesimal, a 240.000 millas del planeta’.
Quien canta 240.000, parece la lotería.
Vamos a escuchar cómo se canta a las 240.000 millas y cómo se canta al poemario de Al Worden.
Esta se llama ‘Hola tierra’.
Demostración fehaciente de que Syd Barret vive y tiene acento de Granada.
El astronauta cuando oyera todas las canciones en inglés por uno de Granada.
Vamos a por la siguiente.
Para mí, una de las frases más importantes del libro es cuando en el poema, en órbita, dice (cantando) ‘aceleración solo en cifras no hay velocidad ni sé dónde estamos’. Ese es muy bueno. En su biografía, que también tiene una Al Worden, cuenta que la sensación es de que sale al espacio, de que te estás cayendo mirando a la tierra y de que tú ahí no tienes velocidad. Solo sabes la velocidad por la secuencia de los números, pero tú no estás en ningún momento moviéndote para nada. Una sensación tremenda. Y esta se llama ‘240.000 reprise’, un invento de Jud, el productor. Estaba tan obsesionado con que el disco se pareciera a la ‘Cara oculta de la luna’ y a ‘Sargent Peppers’, que nos dijo que necesitábamos un reprise.
(Suenan aplausos) Si hay que gritar, se grita. A veces le tenemos miedo a gritar porque has gritado.
Después de haber estado con Morente, tú ya no le tienes miedo a nada.
Todas las marcas son gritando. Me ha gritado, porque me ha gritado, porque no has hablado, porque no…
Vamos a acabar con el todavía último disco de Lagartija Nick, que si no lo conocéis, yo siento debilidad por él. Empezando por el título, yo creo que hay títulos tan maravillosos, que tiene un título como ‘Los cielos cabizbajos’. Si haces un mal disco es para matarte.
Menos mal que no tuve nada que ver con eso. Eran las canciones, era un gran material que había dejado mi hermano tras su muerte. Queda muchísimo material suyo. Esto eran los poemas y la idea que él tenía en un par de libretas, que eran los cielos cabizbajos. Esa mirada cariñosa sobre las víctimas que sufren, la invasión siempre. Yo creo que lo que él quiere decir cuando llega la muerte del cielo es totalmente lo mismo que antes hemos cantado, ‘Asesinado por el cielo’, una expresión de eso, ciudades que han sido bombardeadas, gente que, como se llamaba en Hiroshima ,‘Pick Bomb‘, tuvieron que ponerle un nombre que era el ‘resplandor de fuego’.
Ellos, cuando ocurre, no saben ni lo que es, no se lo podían ni imaginar, con la que se traían con los americanos. Pero, en principio, la gente se queda. Yo creo que ese es un poco del impacto de donde surgen las canciones y la poesía de mi hermano en defensa de las víctimas. Antes hablamos del mensaje adocenado de lo maestro y el arte es igual de placentero, aunque ese hable de sangre y de víctimas, en este caso, llenas de sangre con disco.
El mundo está lleno de sangre y olvidarnos tanto del mundo se nos da tan bien… que hay artistas como mi hermano que dejaron su vida y su obra dedicada a las personas más débiles. Yo en la canción ‘Somalia’ se lo decía a mi hermano Jesús, que si eso lo iba a dejar así, la madre violada, la madre enlutada con el niño muerto en los brazos… Eso no te lo va a cantar nadie nunca.
Tuviste que ser tú.
Tuve que se yo. Sí se lo decía, estaba un poco en lo otro. Esto no se puede decir, esto no puedes decirlo, no te puedes meter en este follón.
Y ahí has comprendido que tenía razón, que había que decirlo.
Hay una belleza interior en esa poesía y también una honradez en el trabajo, porque se ha hecho desde el periodismo.
Era muy amigo de Jon Sistiaga.
De Jon Sistiaga, el colega era yo. Lo mismo lo conocía de antes. Lo conocimos en un algún concierto con ‘Solea’. Era un tío muy cercano y este proyecto era ideal para un periodista de guerra que narrase de ciertos aspectos. Son anacrónicos, son noticias de la época. Quedaba interesante, porque no tiene sentido que hable de algo que ha ocurrido hace muchos años sin explicárselo también. Pero tiene esa honradez, esa honestidad. Y abarca ese mundo del periodismo de la narración de nuestra sociedad, no más allá que lo que nosotros los artistas podamos reflejar, como los pintores o lo que sea. Pero el periodismo también tiene ese arte necesario que hay que reflejar. No se trata de fustigarnos porque el mundo esté así, pero tampoco ignorarlo nos hace un arte mejor. El arte burgués no nos satisface ya tanto.
La canción con la que nos vamos a despedir, duele, porque son canciones que duelen. Hay que conmoverse y creo que lo va a conseguir, si no la conocéis alguno es ‘Sarajevo’. Yo te leí en cierta ocasión una frase que me pareció por contundente lo suficiente para que me la anotase aquí en mis notas. Dijiste: ‘Para mí la muerte es un fundido a negro’.
Ahora no lo tengo yo tan claro.
¿Ahora no lo tienes tan claro?
No. Ahora. Además, que hablamos de lo de mi hermano, grabando el disco, notas que había una mirada de censura que yo siempre veía porque no lo estaba haciendo él y lo estaba haciendo yo. Siempre dices que no llegaremos a la copla que está en mi boca tan distinta de como yo la pensé, pero ahí sí noté algo, quizá queda en la biosfera y en la tierra, pero algo queda, que se funda a negro. Lorca también decía que el muerto es el primero que se olvida de sí mismo. Eso también es verdad. ¿Cómo sabes que te has muerto? Esa es la gran pregunta. La película ‘Soul’ lo dice muy bien.
Sí y no hay nadie que haya vuelto para explicárnoslo. Tendremos ocasión de comprobarlo. Hemos acabado fatal Antonio.
No, como hemos empezado con un epitafio…
Efectivamente. De los ‘Cielos cabizbajos’, ‘Sarajevo’.
Muchas gracias.
Hasta aquí hemos llegado. Os voy a dejar con él, si queréis hablar, si queréis firmar. Solo voy a decir dos cosas, Antonio: que el epitafio se quede muy lejos y que tengas tiempo para meter muchas monedas mientras tanto.
Muchísimas gracias, un placer. Fernando Neira.
Antonio Arias.