Las imágenes guardan la historia y permiten viajar al pasado a través de carretes analógicos en blanco y negro. El Archivo Municipal de la ciudad recopila fotografías antiguas de Burgos, además de otros testimonios, que permiten echar una mirada al pasado y comprender la historia. Entender que, mientras todo cambia, hay lugares que permanecen intactos y formarán parte de la memoria colectiva de generación en generación.
Asimismo, recientemente Carlos Sainz Varona ha publicado a través del Ayuntamiento de Burgos un libro con más de 500 fotografías tomadas entre 1850 y 1950. Un conjunto, en definitiva, de recuerdos que muestran la imagen de tiempos lejanos.
Fotografías antiguas de Burgos: descubre el pasado de la ciudad
Existen lugares marcados por construcciones características, que, con el paso de los años aguantan día y noche viendo cómo cambia todo a su alrededor. Observan el derribo de edificios mientras otros nacen erguidos a sus pies. El cambio de modas, de costumbres, de gentes, de cómo el tiempo no perdona mientras, pasivos, sus sendos muros aguantan todo tipo de inclemencias meteorológicas.Desde inundaciones que provocan desbordamientos en los caudales de los ríos, que alcanzan casi los tres metros de altura y dejan huella para la historia en forma de líneas rojas; hasta temporales con nombres de mujer, con identidades propias que cubren de nieve lugares en los que era impensable que cayeran copos, que marcarán la memoria colectiva durante años.
Pero las memorias se borran. Efímeras, desaparecen. Mientras, las construcciones continúan. Durante siglos, algunas de las más afortunadas. Que se lo digan a la Catedral de Burgos, la dama que preside imponente la ciudad, y va camino de cumplir su octavo centenario.
Porque mientras ha presidido la villa, observando todas sus trasformaciones, se ha convertido en uno de los monumentos característicos que guardan secretos bajo sus muros y vidrieras. Porque también ha superado pandemias, y admira, desde su solemnidad, cómo se escribe de nuevo la historia.
Pero además ha vivido desde sus cimientos los baños de los niños a orillas del Arlanzón, las zonas verdes en la Plaza Mayor o los desfiles de Gigantillos durante décadas.
El renacer de las ciudades
Que todo quede atrás no significa nada más que nacen cosas nuevas. Porque las ciudades, al igual que sus gentes, cambian. Resulta difícil imaginar que un Palacio Arzobispal, sin ser especialmente estético, tapara la fachada de uno de los monumentos más característicos de la ciudad, hasta que un incendio arrasara su estructura.
Y todo a lo que ahora estamos acostumbrados tornará a formas inimaginables dentro de unos siglos. Por fortuna, el ser humano, además de construir un legado monumental y urbanístico, adivinó cómo mantener la memoria. Cómo lo efímero se grabara en el papel. Cómo, lo que ven nuestros ojos, podrán verlo nuestros hijos, bisnietos y tataranietos. Capturar instantes, para poder entender nuestro pasado, y facilitar esta labor a quienes vengan en el futuro.
Las publicaciones
El Archivo Municipal de la ciudad ha recopilado durante años fotografías antiguas de Burgos para viajar al pasado a través de las imágenes, bajo la mirada de fotógrafos como Vadillo, Villafranca o Jesús Domingo. Para ayudar a comprender de dónde venimos y por qué, hoy en día, estamos donde estamos.
Junto a ello, Carlos Sainz Varona ha publicado recientemente ‘Burgos: Una mirada al pasado’. Así, este libro amplía aún más la colección de fotografías -en este caso, acompañados de textos del periodista y profesor de la UBU Miguel Moreno- que han quedado plasmadas para conocer más de la historia de la ciudad.
Gracias a estas recopilaciónes de imágenes, podemos atisbar jardines donde ahora solo hay asfalto, y grandes aparcamientos en lugares donde, en la actualidad, no pensamos que puedan rodar los coches. Cómo los caudales crecían, cuando el cambio climático no azotaba fuerte nuestro planeta. O cómo la fuente de La Flora servía para llenar cántaros de agua mientras ahora reina el sonido de brindis de copas a su alrededor.
Una mirada al pasado, con ojos extraños, en la que no nos cuesta reconocer la Catedral. Porque la Seo continúa imponente, observando nuestros cambios. Y será testigo de cómo las generaciones futuras se sorprendan cuando las fotografías antiguas de Burgos sobre el papel sean tesoros.
Y se conviertan en bienes preciados cualquier resquicio de historia que no esté convertido en digital. Porque ahora, estos documentos también son reliquias, fundamentales para que cuando nosotros, nos convirtamos en antepasados, nuestros sucesores sigan sorprendiéndose con un Paseo del Espolón en blanco y negro granulado.
Para que descubran que antes del digital vino el analógico. Y que los testimonios pasados marcarán la historia futura. Mientras, habrá monumentos que nos vigilen. Y sus muros continuarán guardando secretos que, puede, se sigan transmitiendo de generación en generación.
Las fotografías de este artículo han sido obtenidas del Archivo Municipal de Burgos. En su web y redes sociales puedes encontrar más información sobre la historia de la ciudad.