Galaxia para rato
No era liviana, precisamente, la carga que asumió arrastrar J.J. Abrams cuando decidió meterse en semejante jardín. Se trataba, nada menos, de conciliar las desbordadas expectativas de dos generaciones de espectadores con sensibilidades frecuentemente no ya solo diferentes, sino incluso sustancialmente opuestas. Le tocaba además enmendar la plana de la gigantesca decepción global de la segunda trilogía, pilotada por un George Lucas envalentonado, pero escaso de recursos. Pues bien, Abrams pega en la diana con una fórmula que planta un pie en los 70 y otro en la segunda década del siglo XXI, sin apenas fisuras, y sin que el inmovilismo nostálgico sea solo un lastre. El director de Star Trek conjuga con un oficio insultante sus dos "responsabilidades".
El nuevo Star Wars, a diferencia de los episodios de la segunda trilogía, es genuino y emocionalmente (y no solo) muy próximo a las películas originales, y además cumple con todos los requisitos, sobradamente, exigibles a un blockbuster intergaláctico del siglo XXI, tanto en contenido como en continente.
El despertar de la fuerza cuaja, sí, en la formidable resurrección de una saga que no conocía tiempos tan propicios desde El imperio contraataca, en una nueva dimensión para una de las historias cinematográficas más grandes jamás contadas.
Pero el éxito no se mide solo en relación con el pasado; la nueva secuela, que combina en un logrado equilibrio acción, comedia y drama, de hecho, orbita alrededor de una tragedia de largo alcance con recorrido propio. Al fin la serie recupera un villano a la altura, y al fin dos protagonistas que resisten comparaciones con los iconos de la franquicia original, enredados en un conflicto dramático bien construido y con recorrido amplio. Un equilibrio modélico (y el retorno de Lawrence Kasdan tiene mucho que ver) entre los vestigios (memorable retorno el de los héroes de la primera galaxia) y el legado de aquella trilogía, y el rumbo firme y seductor de un nuevo y fascinante viaje.
Lo mejor:
Que Kasdan resucite con tanto acierto el espíritu de la saga original
Lo peor:
La aparición de algunos viejos ilustres sabe a poco