Nos vemos en Santander
¿Te acuerdas de Santander? Santander también se acuerda de ti
El privilegiado enclave de Santander no ha pasado desapercibido por el Club de las Bahías más bellas del mundo, siendo elegida como una de las 38 bahías que reciben esta distinción, avalada por la UNESCO, en todo el mundo. ¡Nos vemos en Santander!
Una sola costa, paisajes infinitos
A principios del siglo XIX, Santander era fuente incesante de inspiración para las letras de los boleros, tan de moda en esa época.
Y aunque hoy en día la innovación y los nuevos retos a la hora de convertir a Santander una ciudad sostenible y moderna, nos permiten hablar de Santander Smart City (ciudad inteligente), los paseos y paisajes que inspiraron a tantos artistas enamorados de la ciudad, siguen cautivando al visitante.
De paseo por Santander
Desde Paseo Pereda hasta el faro de Cabo Mayor tenemos un paseo costero de algo más de 8 kilómetros que recorre monumentos emblemáticos y paisajes inolvidables.
La ruta comienza en el centro de Santander, en los jardines de Pereda y el paseo del mismo nombre, declarado Conjunto histórico artístico por su belleza y en el que encontramos monumentos emblemáticos como el edificio del Banco de Santander o el Palacio de la Compañía Trasatlántica Española.
En la acera del mar, tenemos la Grúa de Piedra y el Centro Botín, desde el que alcanzaremos unas vistas espectaculares de la ciudad y la bahía subiendo a su tejado. También nos encontraremos con las figuras de Los Raqueros, que recuerdan a esos niños descritos por José María de Pereda, que buceaban en las aguas de la bahía para recoger las monedas que los curiosos les lanzaban.
Continuamos el paseo entrando en Puertochico. Si seguimos por el mar, veremos la bahía en su esplendor con las montañas al sur y, si nos metemos hacia la ciudad, encontramos las zonas de moda para tomar un blanco o degustar lo mejor de la gastronomía local.
Una vez pasado el Palacio de Festivales, pasamos por una zona rehabilitada con motivo del Mundial de Vela, celebrado en 2016 en Santander, con zonas ajardinadas, parques infantiles y una duna que sirve como graderío para ensimismarte en el paisaje y dejar pasar las horas.
Llegamos a las playas de los Peligros y la Magdalena para llegar a la península de la Magdalena, coronada por su Palacio y con una riqueza monumental, natural y paisajística desbordante, que merece una visita con calma.
Seguimos la senda costera con la Playa del Camello, donde ya salimos de la bahía y entramos de lleno en aguas del Mar Cantábrico. En esta playa, nos sorprenderá el juego de las palas cántabras, donde siempre encontraremos a aficionados practicándolo.
Las playas de El Sardinero nos presentan un paseo que nos hará recordar los antiguos baños de ola por la arquitectura de sus edificaciones, destacando el Gran Casino de El Sardinero, y de sus miradores, como el de los jardines de Piquío, donde tiene lugar, durante la primera quincena de julio, el tradicional homenaje a los veraneantes de principios del siglo XIX.
Una vez que dejamos atrás las playas, emprendemos la subida al faro de Cabo Mayor, pasando por el campo de golf de Mataleñas y el parque con el mismo nombre, donde los árboles centenarios nos aportarán la sombra que buscamos durante los meses de verano.
Ya en Cabo mayor, el paisaje ha cambiado por completo. De las aguas tranquilas de las playas pasamos a grandes acantilados azotados por el mar Cantábrico que nos harán perdernos en el infinito de su horizonte.
Nos vemos en Santander.
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