Por mucho que vayamos a conciertos, exposiciones o a comer fuera, es innegable que, hoy en día, gran parte de nuestras actividades de ocio están relacionadas con el mundo digital.
Sin embargo, si nos fijamos en qué consisten esas actividades, nos daremos cuenta de que, por muchos avances tecnológicos que haya, no somos tan distintos a nuestros antepasados. Cambia la forma, pero no el contenido.
Podíamos considerar que mandar un email no es más que la evolución de la paloma mensajera, o incluso que los videojuegos battle royale que triunfan en los esports ofrecen -salvando las distancias- un espectáculo similar al de los gladiadores en el circo romano.
Quizás un producto genuinamente online, fruto de la interconectividad propia de internet, sean las redes sociales. Aun así, muchas de las dinámicas que se establecen son similares a las de la vida real, solo que a un nivel muy exagerado.
Muchas de las opciones de ocio online son, en realidad, adaptaciones de actividades que ya existían, algunas desde hace siglos. Eso sí, internet ha permitido un desarrollo, popularización y, en muchos casos, una mejora que serían imposibles presencialmente con las limitaciones del mundo físico.
Casino online
Empezamos con el ejemplo más antiguo, el del casino online, aunque también se podría aplicar a las apuestas deportivas, tan de moda en los últimos años.
El establecimiento de juego considerado primer casino de la historia, el Ridotto, abrió sus puertas en Venecia en 1638. En la actualidad, la oferta en la red es tan amplia que comparadores como Oddschecker valoran los mejores casinos online en España para facilitarnos la tarea de escoger entre unos y otros.
Con todo, los juegos del casino más populares, aunque hay algunos que se han inventado ad hoc, siguen siendo los clásicos: la ruleta y el blackjack, que tienen su origen en el siglo XVII, o las tragaperras, que se inventaron a finales del siglo XIX.
Podcast
Un podcast es un archivo de audio que está disponible en internet para ser escuchado cuando se desee. El contenido de esos archivos suele ser un formato de entrevistas o programas temáticos. Es decir, que un podcast viene siendo un programa de radio grabado.
Cuando parecía que la radio era un medio casi obsoleto para un público muy determinado, llegó el boom del podcast. Las nuevas tecnologías no solo permiten acceder al programa cuando queramos, sino que también hacen que sea más fácil y accesible poder grabarlo. Esto ha hecho que hayan proliferado decenas de creadores de contenido que eligen el formato podcast, que últimamente añade la posibilidad de poder ver el programa.
Al menos en España, el consumo de podcast es un auténtico fenómeno. Un dato: de las 9’5 horas semanales que dedicábamos a escuchar podcast en 2021, pasamos a las 18’9 en 2022. Según una encuesta del Observatorio iVoox, el 42’5% de los usuarios los escucha a diario.
Streaming
Con el streaming se ha producido una especie de metonimia, es decir, que se ha utilizado el nombre de una cosa para designar otra con la que tiene relación. Cuando hablamos de streaming casi siempre pensamos en plataformas de series y películas como Netflix, HBO, etc. Pero el streaming es simplemente la tecnología que permite ver un archivo audiovisual sin descargarlo, bien sea a tiempo real o a la carta.
Así pues, el streaming no es más que una herramienta que nos permite ver en internet todas las temporadas de “Succession” o los estrenos de la cartelera, escuchar la canción de Novedades Carminha “Antigua pero moderna” o el disco entero. Incluso nos permite publicar discos sin ser una gran discográfica a través de plataformas como Bandcamp.
NFT
Los NFT son tokens no fungibles, lo que significa que son vales (tokens) por valor de algo que no se puede intercambiar (no fungible), que es único. El ejemplo más claro de un bien no fungible es el de una pintura, una obra de arte que es irrepetible.
De nuevo, nos encontramos con una moda surgida del mundo digital que, en realidad, no es más que una manera distinta de realizar una actividad muy tradicional: el coleccionismo. El valor del NFT está en su mayor o menor exclusividad; puede ser un cromo de un jugador de fútbol o una obra de arte cuyo valor se atribuye.
Hasta 2021, la obra “The First 5.000 Days” del artista Beeple”, un collage digital con 5.000 imágenes, era el NFT más caro de la historia con un precio de 63,34 millones de euros. Ese récord se rompió con The Merge, una obra por la que pujaron cerca de 30.000 compradores y se pagaron 91,8 millones.
Esta obra NFT todavía está lejos de los 450,3 millones de dólares del “Salvatore Mundi” de Leonardo da Vinci, la obra de arte más cara de la historia. Pero quién sabe, veremos hasta dónde se expande el universo digital.