Descubre la campiña Córdobesa, paisaje, historia y vino en el corazón de Andalucía
Este rincón situado en el corazón de Andalucía es un destino de interior capaz de satisfacer las expectativas de todos los turistas que se acerquen a conocerlo.
Recorremos las localidades de Espejo, Montilla, Fernán Núñez y Montemayor, en la comarca de vinos Montilla-Moriles para darte pistas de cómo disfrutar de la buena vida por la Campiña Cordobesa y al fresco..
De camino a Córdoba por el sur de Andalucía, a travez de la carretera de Granada, la carretera permite al viajero pasar por Espejo.
Dónde descansar en Espejo
Muy cerca de las Calleras, Casa Almara, es una antigua casa del siglo XIX convertida en un encantador hotel boutique, de solo 8 habitaciones, elegante y auténtico. La casa ha sido restaurada durante tres años y el resultado es impecable: puertas y suelos antiguos, paredes blancas encaladas, muebles con sabor, un patio fresco que nos da la bienvenida y algunos elementos decorativos traídos desde Marruecos por su propietario, Iván, un hijo adoptivo de Espejo casado con una espejeña que han apostado fuertemente por el territorio Montilla-Moriles. Calidad y autenticidad a partes iguales.
El Castillo de Espejo.
Si la iluminación nocturna de esta fortaleza que fue y es vivienda palaciega te conquista por la noche, lo hará aún más la visita al interior apta también para niños. Es una clase de historia. El castillo de Espejo, bien conservado, es un museo vivo de la historia de la comarca. Prácticamente todas las estancias están habilitadas y abiertas al turismo. En él se alojó también Juana La Loca y es que esta fortaleza data del siglo XIII y principios del XIV –aunque sufrió varias modificaciones tras la Guerra Civil española–.
Montemayor, pasear por el entorno del Castillo cerrado
De Espejo a Montemayor se tarda 15 minutos en coche. La carretera te regala paisajes agrícolas evocadores: trigo, viñas y olivos, la triada Mediterránea que conecta el presente y el pasado sin más palabras. Solo campo y estaciones. Montemayor fue la antigua Ulia, una importante ciudad iberorromana escenario de las guerras civiles entre Julio César y Pompeyo en el año 46 antes de Cristo.
El ritmo es lento y el entorno del castillo bellísimo. Es la hora en la que el sol empieza a hacer de las suyas por la Campiña Cordobesa y queremos buscar refugio en el Museo de Ulia, donde no nos queremos perder la llamada Venus de Montemayor y algunas otras joyas del museo. Pero antes, un paseo por el entorno de este otro Castillo espectacular, pero cerrado al público y al turismo a cal y canto, merece la pena. Y eso que el pueblo al completo se ha organizado en un movimiento vecinal encabezado por su alcalde que se llama Visitemos el Castillo –no podía llamarse de otro modo–. Seguro que no tardarán mucho en conseguirlo. Y cuando lo consigan, volveremos para visitar esta magnífica fortaleza.
Para almorzar recomendamos La Posada del Castillo, un sitio dónde comer bien y beber algunos vinos de la comarca Montilla-Moriles.
Fernán Núñez, la noche es mágica en el jardín del Palacio Ducal
Cuando apareces, de repente, en la Plaza de Armas que alberga el Palacio Ducal de Fernán Núñez, construida en 1783 sobre otra existente que destruyó el terremoto de Lisboa, de 1755, la sensación es la de estar en algún pueblo perdido de la Toscana o tal vez del alentejo portugués. El contraste del color almagra, un rojizo especial, con el blanco lo inunda todo.
Hay varias hipótesis sobre la fuente de inspiración del Palacio Ducal, pero una de ellas es que Carlos José Gutiérrez de los Ríos, VI conde de Fernán Núñez, que fue embajador en Lisboa y en el París de la Revolución Francesa, se inspiró para su construcción en el Palacio de las Necesidades de la capital portuguesa. Es precisamente ese aire portugués, esa saudade, la que parece proyectar este edificio civil que es el más bello e importante de la provincia de Córdoba.
El Palacio lleva casi una década en rehabilitación con el fin de poder abrir sus puertas definitivamente. Aunque ya la Capilla de Santa Escolástica, la Sala del Administrador y la escalera palatina están a punto y permiten hacerse una idea de la belleza neoclásica que tuvo el edificio que construyera el VI Conde. La capilla, una belleza en tonos azules, se la dedicaría a su hermana, Escolástica, fallecida muy joven.
La grandeza y la espectacularidad de la plaza no solo se debe al edificio en sí, sino a todo el impactante conjunto urbano que construyera un hombre adelantado a su tiempo. El VI conde levantó la Plaza de Armas, las caballerizas, unas escuelas para niños y niñas desfavorecidos (inspirado como estaba por la Revolución Francesa) y atrajo el Mesón al conjunto, un mesón que había sido fundado por el III conde en 1669 sobre uno ya existente. La taberna podríamos decir que es de las más antiguas de España.
Este lugar asombroso, el establecimiento de vino más antiguo de la península, contiene una historia que merece ser conocida –con suerte y con tiempo, el dueño os hará un tour–. Sería un lugar perfecto si encima sirviese los grandes vinos de la comarca Montilla-Moriles. Pero no. Aún así, recorrer el local y ver las tinajas de barro de más de 300 años de antigüedad, que se encuentran en uno de sus salones o el antiguo granero es una experiencia única, y de paso, y para poner el broche llevarse puestas sus croquetas de rabo de toro que sirven en la terraza del local con vistas a la Plaza de Armas de Fernán Núñez.
Montilla, de bodegas, museos y tabernas
No hay que adentrarse en el pueblo –de momento–. Podemos recorrer con el coche las carreteras sinuosas de la ondulante Sierra de Montilla y fotografiar algunos paisajes de viñedos. Ponemos rumbo al Cerro de Don Juan, un mirador desde el que contemplar el campo y allí hacer una pequeña parada.
Las Bodegas Pérez Barquero, de 1905, conservan soleras del año de fundación. De hecho, sus soleras fundacionales están premiadas con altísimas puntuaciones Parker –el que obtuvo la máxima, 100 puntos, 1905 Amontillado Solera Fundacional, es un vino agotado, de momento. También entre sus Brandys Monte Cristo centenarios hay auténticas joyas.
Entrar a esta bodega te da una idea de la magia y la profundidad de algunos de estos vinos. Bodegas oscuras y silenciosas de finos, en las que la humedad en el techo habla de qué necesitan los delicados finos para su impecable crianza biológica bajo el velo de flor. Solo en la Bodega Los Amigos existen 3.052 botas, aunque el grupo Pérez Barquero, que incluye también a Bodegas Gracia, cuenta con 16.000 botas, algunas de ellas antiquísimas, porque según nos cuentan, las botas de los vinos generosos, al contrario que las de los vinos tintos, deben conservar lo adherido a las paredes para las siguientes crianzas. La visita finaliza con una cata de cinco vinos de su gama alta. Maravilla.