El espectáculo debe continuar
Tras una producción larga y accidentada nos llega este drama biográfico sobre Freddie Mercury (1946-1991), líder del grupo británico de glam rock Queen, artífice de himnos populares como I Want to Break Free, We Are the Championso la canción que da título al filme. Los intentos de
Bohemian Rhapsody por arrojar luz sobre aspectos tan significativos como descuidados en torno a la estrella -orígenes africanos que dio de lado, homosexualidad que tardó en reconocerse a sí mismo, fallecimiento a causa del sida- se resuelven con tosquedad narrativa y unas apuestas fotográficas y de casting discutibles. Ahora bien, la película parece consciente de ello al primar la faceta carismática y escénica de Mercury y lo pegadizo de sus temas. Algo que devuelve de modo paradójico la ficción a los ámbitos del espectáculo, del simulacro, a costa del signo dramático y edificante del relato. Los últimos minutos, recreación íntegra de la participación de Queen en un célebre concierto benéfico, subrayan la renuncia de
Bohemian Rhapsody a hacer creíble su indagación en el trasfondo existencial de Mercury. Lo único que importa es la representación musical y sentimental de cara al espectador/fan. Show Must Go On.
Lo mejor:
La equiparación entre la película y la música de Queen para ganarse al público apelando a lo primario
Lo peor:
Cada vez que el filme pretende ponerse serio, sus problemas formales hacen que bordee el esperpento