‘El Bailarín’ es un viaje al pasado hasta la Rusia de 1961. Rudolf Nureyev, el bailarín de ballet más grande de todos los tiempos, viaja por primera vez fuera de la Unión Soviética como miembro de la prestigiosa Kirov Ballet Company. Aunque el KGB sigue de cerca sus pasos y a pesar del gran peligro que conllevaba entonces la deserción, Nureyev huirá tomando una decisión que podría cambiar el curso de su vida para siempre. ‘El Bailarín’ no recoge toda la vida del famoso bailarín soviético, sino que se ciñe a algunos aspectos de su infancia y, básicamente, su formación en una escuela de danza de Leningrado hasta que llega a París para actuar con su compañía, a principios de los 60.
‘El Bailarín’, la vida de Nureyev dirigida por Ralph Fiennes
El título original de ‘El Bailarín’ es el de ‘The white raven’. Un cuervo blanco era entonces, en la antigua Unión Soviética, alguien distinto y extraordinario. Nureyev lo fue sin duda. Tan plástico e innovador en sus pasos de baile como megalómano, tiránico, ambicioso y orgulloso en exceso. Fiennes no disimula en ningún momento los aspectos más despóticos del personaje. Las ambiciones del bailarín van combinadas, por supuesto, con la evolución de su arte. Fiennes también se muestra muy atento al proceso: los enfrentamientos en la escuela de danza, las innovaciones en el escenario o la avidez con la que el protagonista contempla varios cuadros en el museo del Louvre para inspirarse en la gestualidad de los cuerpos humanos.
Lejos del filme biográfico tradicional, ‘El Bailarín’ enfrenta al artista incipiente con su tiempo inclemente. Lejos también de la estridencia y los efectos melodramáticos del género del biopic. La cinta cuenta en su reparto con Louis Hoffmann, Adèle Exarchopoulos, Sergei Polunin, Zach Avery y Fiennes en el papel del maestro Pushkin.