Seis episodios de alrededor de una hora reconstruyen ‘El caso Asunta’, un caso de la crónica de sucesos que conmocionó a toda España en 2013: el asesinato de la niña Asunta Basterra. Una preadolescente china y en el centro de todo a sus padres adoptivos que fueron condenados a 18 años por el crimen.
“Es uno de esos momentos que no olvidaremos jamás”. Madre y padre frente a las cámaras hablan de la crianza de su hija adoptiva nacida en China. Ocupan el primer plano de la entrevista, y por detrás, casi fuera de foco, aparece la niña. La misma frase, los mismos personajes, pero con un sentido radicalmente opuesto aplica al resto de El caso Asunta, la miniserie de seis episodios sobre un crimen que conmocionó a la opinión pública española (se estrena este viernes 26 en Netflix). Ya todos sabemos que pasó. Los padres fueron declarados culpables de haber drogado y asfixiado a la pequeña de 12 años en 2013. Este ‘True Crime’ de la productora Bambú (Altamar, Fariña, Nach) narra la fascinación mediática y los tensores de un cuento macabro.
El periodista Alfonso Basterra (Tristán Ulloa) y la abogada Rosario Porto (Candela Peña) son dos profesionales respetados en Santiago de Compostela. La apariencia de familia perfecta la podemos ver en un recorte periodístico. “Primera adopción de una niña china en Galicia”. Todo se hace trizas cuando el cadáver de la preadolescente aparece en una pista forestal cercana a la casa familiar de la madre en las afueras de Santiago.
¿Qué madre puede querer matar a su hija? Es una frase que se escucha en varias ocasiones en ‘El caso Asunta’
En sus dos primeros capítulos podemos ver la lógica policial. Destaca la detective Cruces (María León) que sirve como ojos de la audiencia y el juez Malvar (Javier Gutiérrez). Es una de esas pesquisas con cabos sueltos, pistas dejadas de lado y silencios cómplices, por eso cuesta creer que los padres hayan sido responsables del filicidio. El magistrado, por su parte, se muestra inflexible. Los padres, finalmente, son una caja de Pandora con demasiados secretos.
“Mi madre me enseñó que las cosas que no se dicen y no se cuentan, no suceden”, «Tu imaginación calenturienta nos va a generar muchos problemas», le regaña su marido. Es que más allá del título de la miniserie, el verdadero interés pasa por desentrañar la psicología de los culpables, especialmente de la madre. Las heridas están abiertas. Es más, la intérprete contó que durante el rodaje fue insultada en varias ocasiones.
La ganadora de varios Goya, Candela Peña, aclaró que “no se esclarece nada”, más bien indaga en la cabeza de la mujer que nunca ha admitido el asesinato ni mostrado arrepentimiento y que se ahorcó en 2020 con el cinturón de su bata en la cárcel de Brieva. “Ni el peor acto de cada uno de nosotros dice lo que somos. A todos nos han pasado cosas turbias, pero lo de esta señora es especial, aquí hay muchos melones por abrir porque parece que solo ha sido la madre y también está el padre, y el estigma no es el mismo”, especificó la actriz que interpreta a Rosario Porto en una entrevista.
El suspense radica en entender lo incomprensible
Uno de los puntos más atractivos del drama policial está en su estética donde abundan la multiplicidad de cámaras (circuito cerrado, televisivas o policiales) sobre los sospechosos. La referencia inevitable es La escalera, la miniserie protagonizada por Colin Firth, que también exploró un crimen que conmocionó a la opinión pública. Es más, antes de El caso Asunta, Ramón Campos, su productor ejecutivo, había hecho un documental (Lo que la verdad esconde) sobre el mismo asesinato. El productor ha dicho que su interés va más allá del crimen en sí. Como es lógico, en estas realizaciones aparecen el linchamiento en los medios y complicada presunción de inocencia, pero para el responsable de ambas entregas lo más sugestivo es la narrativa clásica y cruenta sobre la figura de los padres adoptivos como villanos.
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