Este martes, tenemos una nueva entrega del programa que se ha convertido en la sensación de la nueva temporada televisiva. ‘En tierra hostil’ en Corea del Norte nos presenta a uno de los regímenes totalitarios más oscuros y temibles de la actualidad.
En un hotel de Beijing, el equipo de En tierra hostil espera la llegada del delegado de Relaciones Internacionales de la República Democrática Popular de Corea. Un ciudadano español, Alejandro Cao de Benós, ha gestionado los permisos para que el programa pueda hacer un reportaje en el lugar más hermético del mundo. Nadie puede entrar en Corea del Norte sin el permiso expreso de su gobierno. Nada más llegar, Alejandro -el único extranjero que trabaja para el régimen norcoreano- reparte entre varios periodistas sus pasaportes con el visado que autoriza la entrada y expone las condiciones: no introducir dispositivos de comunicación de larga distancia (como teléfonos), normas a la hora de grabar o preguntar a sus líderes y grandes imposiciones acerca del comportamiento para evitar el espionaje o filmaciones secretas. Alejando Cao se muestra muy perseverante con sus normas y afirma que si ven algo raro el equipo volverá en el próximo tren y confiscarán el material, «eso en el mejor de los casos», añade.
En este punto, el reportero de En tierra hostil pregunta: «¿Qué riesgos estaríamos corriendo en el peor de los casos?» La respuesta del funcionario de Corea del Norte es contundente: «En el peor de los casos, quedaros 10 años a trabajos forzados». Bajo estas premisas, comienza el recorrido por el país menos conocido de la Tierra. Durante seis días permanecen incomunicados. Sin móvil. Sin internet: en el único país del mundo desconectado de la red. Tienen asignado un autobús y un chofer, además, cuatro funcionarios del gobierno se aseguran el control absoluto sobre todo lo que hacen, preguntan y graban.
Diseñan un viaje propaganda para ‘En tierra en hostil’ en Corea del Norte
Al comienzo, les sugieren presentar sus respetos ante las grandes estatuas de Kim Il Sung y Kim Jong Il, abuelo y padre del actual líder de los norcoreanos, los empleados públicos tienen programados varios recorridos por Pyongyang. La capital está reservada únicamente a los más leales al régimen. Allí sólo vive el 10% de los 24 millones de norcoreanos. Desde un hospital infantil moderno (y con pocos usuarios), hasta un piso de 240 metros cuadrados facilitado por el Estado a una familia de trabajadores. Pasando por un espectacular parque acuático o una plaza en la que bailan cientos de ciudadanos para celebrar el aniversario del partido único. Los funcionarios han diseñado un viaje de propaganda con el que pretenden limpiar la imagen de su país en el exterior.
El equipo se basa en un demoledor informe de la ONU, publicado en febrero de 2014, en el que se hace una documentada denuncia sobre los crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen norcoreano. Los periodistas de En tierra hostil cuestionan, constantemente, la versión oficial de la realidad que nos transmiten desde el gobierno. Ante las preguntas, el español acaba por perder la paciencia: «Preguntas auténticas tonterías». Se calcula que entre 150.000 y 200.000 norcoreanos permanecen en al menos cuatro campos de trabajo. 24 millones de ciudadanos sobreviven con el miedo a ser condenados. La indiferencia, nos hace cómplices.
Video: ‘En tierra hostil’ en Corea del Norte