Esta cantante se ha convertido en un secreto a voces en el panorama musical español. La gira 2017 de Rosalía se está convirtiendo en el «must» de todos los aficionados a la música. El «boca oreja» ha trascendido todos los canales y hay una auténtica fiebre por verla en directo. Para conseguir este éxito se ha buscado un aliado de excepción, Raül Fernandez Refree.
Rosalía, la cantante del 2017
Su portentoso timbre de voz, cálido y sugerente, capaz de emocionar a la primera sílaba, es un diamante tallado por un gusto y una toma de decisiones estéticas realmente fuera de lo común en alguien de su edad. De una versatilidad apabullante, Rosalía ha pisado ya escenarios con músicos tan diversos como Chicuelo, Enric Palomar, La Fura dels Baus, Alfredo Lagos, C. Tangana o el mismo Raül Fernandez Refree, que es con quien comparte este primer disco.
Gira 2017 de Rosalía
Sábado 11 febrero – Boom Boom Room, Granada – Club Alhambra Reserva 1925
Viernes 17 febrero – CC Delicias, Zaragoza – Ciclo de la Raíz
Sábado 18 febrero – CC Matadero, Huesca
Jueves 2 marzo – Dabadaba, Donosti
Viernes 3 marzo – Azkuna Zentroa, Bilbao
SOLD OUT Jueves 16 marzo – Teatro Lara, Madrid – SON Estrella Galicia
Jueves 23 marzo – Luz de Gas, Barcelona – Guitar BCN 2017
Sábado 20 mayo – Las Naves, Valencia
Domingo 21 mayo – Teatro Real Coliseo Carlos III, San Lorenzo del Escorial (Madrid)
Sábado 3 junio – Barcelona – Primavera Sound Festival
Viernes 30 junio – Atlantic Fest – Illa D’Arousa
Sábado 1 julio – Vilanova i La Geltrú – Vida Festiva
Domingo 16 julio – Cartagena – La Mar de Músicas
Rosalía, Los Ángeles
Que la vida da muchas vueltas es algo que sabemos todos pero pocos somos capaces de prever. Cuando Rosalía y Raül Refree se conocieron de la mano de un amigo mutuo no eran conscientes de que su futuro les deparaba un disco en común.
Rosalía, que empezó muy joven en los escenarios (a los doce años) y había estudiado flamenco con Chiqui de la Línea en la ESMUC, buscaba a la persona adecuada que la acompañara a la hora de enfrentar su primer disco. Así fue como le pidió a Raül Refree que se encargara de las tareas de producción de este trabajo; éste, que se había quedado boquiabierto después de verla en directo en un espectáculo en el Mercat de les Flors, aceptó sin dudar.
La idea era trabajar en el repertorio sin prisa, pensar un concepto para el disco e ir buscando al guitarrista adecuado para tal propósito. Así estuvieron durante meses, quedando en el estudio del productor para hablar y escuchar música: flamenco sobre todo, la Niña de los Peines, Bernardo el de los Lobitos, el Chato de la Isla, Juanito Valderrama, Marchena… pero también Kendrick Lamar y Kanye West, o Oneohtrix Point Never y Sufjan Stevens. Fueron tardes de fulgor musical en las que se escuchaba y escuchaba -primero uno ponía sus favoritos, después el otro- pero no se tocaba ni se cantaba una nota. Una melomanía total y efervescente que sin querer les marcó un camino inesperado.
Los puntos de inflexión fueron dos. En primer lugar el tema «I see a darkness» de Bonnie Prince Billy: fue la primera canción que tocaron juntos, casi como un juego, sin querer, sin haber tocado nada antes y sin la necesidad de hacerlo. Simplemente sucedió y dejó una estela de silencio tras su final; uno de esos silencios irrompibles que muestran que no hace falta hablar para saber que algo extremo ha sucedido. El segundo fue un concierto. Rosalía tenía un concierto cerrado en Heliogàbal, una de las salas underground con más solera de Barcelona, y se le ocurrió pedirle a Raül que lo hicieran a dúo. El concierto, a pesar de ser el primero -la cuerda floja, el vértigo- fue tremendamente intenso y emocionante; pero sobre todo mostró a una pareja con un lenguaje que, partiendo del flamenco, trazaba nuevos caminos de difícil catalogación. La novedad y la experimentación para volver a lo antiguo, a lo primario. Fue allí mismo, en la calle después del concierto, cuando los dos vieron que tenían que grabar juntos, cuando fueron conscientes de que lo que había pasado debía cristalizar en un álbum; los miedos y las precauciones quedaron a un lado en favor de la emoción (qué otra manera hay sino de saltar al vacío). Bendita locura.