La Noche Temática profundiza en los riesgos de la contaminación medioambiental, como la toxicidad de las bombillas de bajo consumo y el problema de la basura tecnológica. Un mundo tóxico en La 2.
La mentira de las bombillas de bajo consumo
Con la llegada al mercado de las bombillas de bajo consumo se logró reducir el gasto de energía pero no la contaminación. Su contenido en mercurio supone un peligro para la salud cuando se rompen y sus gases son inhalados. La universidad de Calgary fue la primera en demostrar cómo el mercurio ataca directamente las neuronas y las destruye. Cada átomo de mercurio causa daños. Una cantidad ínfima basta para causar graves enfermedades.
El uso de lámparas de bajo consumo se impuso por ley sin considerar los riesgos sanitarios y ambientales cuando se rompen o se desechan. Tampoco se estableció nada sobre la responsabilidad de las empresas, ni se crearon espacios para la recepción de bombillas en desuso. Cuando una bombilla de bajo consumo se rompe, parte del recubrimiento fluorescente se separa del interior de la bombilla en forma de polvo. Si la bombilla se ha utilizado, el polvo desprendido estará contaminado con mercurio. Como consecuencia, cualquier recipiente utilizado para tirar la bombilla rota también estará contaminado con mercurio. En la mayoría de los países se tiran a la basura doméstica y el mercurio es derramado en basureros al aire libre.
Residuos tóxicos, una herencia mortal
Tanto los residuos eléctricos como electrónicos se generan cada vez más rápido. La razón, un ciclo de vida de los dispositivos más corto y una afición mayor de los consumidores por estas tecnologías. A menudo obsoletos con tan sólo uno o dos años de vida, se envían a África para ser reciclados. Pero realmente acaban en los vertederos donde se queman y destruyen liberando residuos altamente tóxicos.