“Apariencias” nació de una necesidad íntima y honesta de claridad. Como en todas las facetas de la vida en las que sentimos esta especie de “aceleración” donde todo parece ir más deprisa de lo que somos capaces de asimilar; también en el flamenco, como en el resto de las artes, sucede algo similar. Frente esta aceleración que se inició en el mundo de la mano de las dos revoluciones industriales, pero que se volvió “exponencial” de forma muy concreta con la generalización de las nuevas tecnologías, el individuo, desconcertado, ha opuesto la tradición como forma de autodefensa. Sin embargo, la tradición, no es algo estático, hecho y terminado. La tradición es, y ha sido, un “haciendo”, y es precisamente ahí, de donde procede su fuerza y su belleza.
“Apariencias”, intenta realizar de forma honesta este viaje para descubrir aquello que nos hace avanzar porque es nuevo y no niega la tradición, sino todo lo contrario, la incluye y pretende acrecentarla. Algo que si se consigue o no, sólo lo dirá el tiempo. Todo lo demás es artificio, apariencia. El espectáculo es un viaje vertiginoso, no intelectual, sino emocional, en el que la bailaora y coreógrafa Eva Yerbabuena, trabaja desde el único lugar real que la tradición permite: el de la verdad. El espectador es el juez, conmoviéndose o aburriéndose.
El espectáculo se inicia con una “apariencia” de modernidad que parece alejarlo del flamenco “puro”, sin embargo, bajo la máscara, el ritmo, las formas, y el alma misma de lo que sucede es puro flamenco… solo que no lo parece. Así “Apariencias” apela a la parte crítica del espectador para que distinga las nuevas formas visuales y sonoras, imprescindibles porque el flamenco es un arte vivo que bebe y ha bebido siempre de otros mundos musicales, y aquellas que se llaman a si mismas “flamenco”, pero que en realidad no son sino danza contemporánea que usa el nombre del “flamenco” como herramienta de marketing.
A partir de ahí, el espectáculo ira progresando hacia la llama “ortodoxia” sin que se produzca nada que no fluya, pues, a pesar de las formas el flamenco, y sólo el flamenco, nutre el espectáculo obligando al público a posicionarse y vivir el hecho de que lo nuevo y lo viejo, no sólo no se oponen, sino que en su dialéctica el flamenco se mantiene absolutamente vivo.
11 de octubre. 21h. Teatro Circo Murcia. 12€