Bailamos para que lo oculto aflore en la sala. Y paramos en un momento porque unos ojos han mirado otros ojos y eso se queda ahí. Paramos a contemplar a la bestia detenida. Entonces que atraviese la escena un pensamiento. A partir de ahí, a ver qué pasa. Porque hay que atender a lo que pasa y descubrir cuál es la palabra precisa para el territorio de lo desatendido.