Puede que con la edición de “Hamen” (Mushroom Pillow, 2015) haya llegado al fin el momento de apartar la etiqueta de “promesa” y empezar a hablar del joven cuarteto de Mungía como una de las realidades más sólidas de la escena rock nacional. Porque, ¿cuánto tiempo llevamos hablando de ellos como uno de los proyectos musicales que darían que hablar en el futuro y marcarían el paso en el panorama nacional?
Ya desde los tiempos de “Eurie” (2013), con su debut, pero sobre todo a lo largo de 2014, no sólo por la edición de “AAAA!!!” y “Bele beltzak baino ez” sino especialmente por sus conciertos, su paso con nota por festivales como el BBK Live y el Low o los ¿cientos? de conciertos en salas, cada uno de sus pasos ha sido un examen continuo en el que han demostrado que la juventud no está en absoluto reñida con la robustez.
Ese futuro del que hablábamos a lo largo de 2014 ya está aquí. A finales de 2015 la banda que más expectación ha generado y sobre la que más esperanzas se han depositado en los últimos años publicó su esperado nuevo largo y dejó claro una vez más que no hay presión que valga porque nacieron preparados para esto. Y también que tienen una forma única para abordar la composición, siempre basculando entre esa vena post-punk, musculosa y prieta, el shoegaze de atmósferas cargadas y un gusto por la electrónica sin prejuicios ni pretensiones. Es en ese sentido en el que su juventud puede haber sido su mayor aliado: su mirada fresca, sin escrúpulos ni líneas rojas y saber dejarse llevar por lo que le mueve a uno.
Esa es la clase de actitud que precisamente ha convertido a Belako en lo que son, lo que le desencajó la mandíbula a todo aquel que se acercara a cualquiera de sus innumerables conciertos en los últimos dos años.
