A Ramón Jiménez Salazar, Diego el Cigala, se le ha llegado a calificar como continuador del inolvidable Camarón. Este sencillo gitano madrileño de imponente imagen y mejor duende pronto compartió cartel con nombres como Morente, Mercé o Parrita. Bulerías, fandangos, cantiñas y más, buen flamenco pleno de frescura. En su apuesta por la pureza del cante jondo, tiene claro que no necesita salirse de sus raíces para sonar conforme a los tiempos actuales.
Sus letras son las de siempre, pero van con los tiempos de hoy, porque cree que no se puede ir a descompás de ellos. Tras el éxito de Lágrimas negras, su colaboración con el cubano Bebo Valdés, llegaron Picasso en mis ojos y Dos lágrimas. Después de Cigala & Tango, un disco grabado en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, El Cigala presentó Romance de la luna Tucumana, en el que seguía descubriendo el repertorio argentino. Más tarde volvió a los orígenes del flamenco con un trabajo en vivo titulado Vuelve el Flamenco, en el que contaba con la guitarra de Diego del Morao. En su último trabajo, Indestructible el cantaor hace un homenaje a la salsa y sus mayores exponentes.