Dos de Juan Dolores Caballero en Teatro Alhambra
Si yo fuera tu, no ligaría conmigo-dijo ella, si yo fuera tú, no ligaría conmigo- dijo el, así que cada uno se fue con otra persona. El con la mejor amiga de ella. Ella con el peor amigo de el.
Estas palabras de Juan Dolores Caballero nos dan la pista sobre su nuevo espectáculo.
Si hay un común denominador de las obras propuestas por el Teatro del Velador, podría ser el de la obsesión por los motivos de lo feo y el desecho humano.
Desafiando los cánones clásicos de equilibrio y armonía o quizás ignorándolos, al preferir el desequilibrio, el exceso y lo inacabado, tal vez como reflejo de una violencia callada e interior, tal vez como reacción silenciosa al dolor de una sociedad.
Es en la cámara de la imaginación y de la memoria donde viven personajes humanos que han sido depositados allí, recluidos y alejados de lo normal o convencional, que no pertenecen a nuestra vida diaria pero que, sin embargo, están y viven a nuestro lado.
En esta ocasión, usando como punto de partida los patrones de relación de hombres y mujeres de los últimos años, acometemos un trabajo divertido donde se pone de manifiesto el combate entre dos púgiles bajo la tutela de un árbitro que pondrá orden a esa lucha.
La pareja no significa siempre matrimonio, ni es la culminación del vínculo amoroso; a menudo representa lo contrario, ya que en muchos casos el amor se extingue de manera gradual después de contraer nupcias.
Pareja tampoco significa una unión necesariamente lograda; existen conflictos, rivalidad, luchas de poder y dificultades con la intimidad… que por otra parte son los temas explorados, y que se encuentran a la orden del día en cualquier pareja de nuestra sociedad: la espiritualidad en el crecimiento de la relación conyugal, el enamoramiento y el amor en una posmodernidad narcisista, la superación o no de la crisis de infidelidad, las formas de vida en pareja.
Utilizando la óptica de lo grotesco como mirada, y partiendo del trabajo de improvisación, proponemos un espectáculo divertido y ameno donde tres personajes entran y salen de sus conflictos. Participaremos de la ayuda que puede ofrecer el oficiante terapeuta conocedor de los entresijos, permitiendo liberar energía positiva y sensual, y donde los guiños de inteligencia imprescindibles para desarrollar las acciones, se establecen entre estos y los espectadores, de modo que escenario y teatro, actores y espectadores participan de un mismo juego cómico.
La obra, pues, no puede funcionar si la acción no implica al patio de butacas en donde todos se hacen cómplices del propio conflicto y de la propia terapia…
Juan Dolores Caballero.