El árbol de la vida, exposición del escultor Álvaro de la Vega en el ciclo Metrópole.
Bajo el título El Árbol de la vida, la muestra reúne varias piezas escultóricas procedentes de la colección del artista que conforman la gran instalación, producida específicamente para este proyecto. Obras con un universo artístico cuyo eje central es la figura humana, aunque también incorpora animales como el mono y el caballo, que esculpe en madera, hierro y técnica mixta.
Hasta el 2 junio.
Biografía
Álvaro de la Vega nace en Paradela (Lugo) , lugar donde pasará su infancia y que tendrá gran influencia en toda su creación artística. Por motivos familiares, se traslada junto con su familia a Luarca (Asturias) unos años. Regresa a Lugo para finalizar sus estudios de Bachillerato. Es en esta ciudad donde realiza su primera exposición, de la que sólo se conserva un cuadro. Con veintidós años se traslada a Barcelona para cursar estudios de Bellas Artes. En esta etapa inicial, la pintura es su medio habitual de expresión y sus principales fuentes de influencia la fotografía y el cómic, llegando a explorar el graffiti.
Es en 1990, tras instalarse en Corcubión (A Coruña), cuando comienza a explorar el lenguaje escultórico. Para ello toma como punto de partida la figura, tanto humana como animal. Es de nuevo en Barcelona donde realiza su primera exposición individual de escultura en la Galería Tom Maddock en 1991. Estas primeras obras de madera se caracterizan por el uso de la pintura como medio para potenciar el valor expresivo.
Durante la década de los 90, su lenguaje escultórico se consolida apareciendo otro tipo de materiales como el hierro, la cerámica o la piedra, materiales vinculados a la naturaleza o a las profesiones tradicionales. Los finales de los noventa inician una etapa de intensa actividad expositiva, que se extiende a la actualidad, con presencia en importantes galerías e instituciones. Al mismo tiempo inicia la carrera internacional y su obra comienza a formar parte de destacadas colecciones públicas y privadas.
A mediados de la primera década de este nuevo siglo, el artista profundiza en la exploración de la relación de la obra con el espacio. Para ello utiliza los más diversos recursos, desde cables que se fijan a paramentos o a los techos generando tensiones, a cerramientos o soportes que actúan como verdaderas intervenciones en el lugar que ocupan. Esta interrelación entre espacio-obra-espectador continúa siendo en la actualidad uno de los ejes de su discurso artístico, un discurso maduro y depurado que evoluciona guardando fidelidad absoluta a sus principios fundamentales.