Viernes, 18 de diciembre: 20.30h. Precios: Platea y palcos: 25€ y Anfiteatro: 20€
RAFAEL ÁLVAREZ “El Brujo”
El asno de Oro es un relato sorprendente. Su autor, Lucio Apuleyo junto con Petronio está considerado como uno de los padres de la novela en Roma. El protagonista, Lucio, convertido en un asno, vive con su alma humana en el interior de un cuerpo animal un largo espacio de tiempo hasta recobrar su forma humana otra vez con la luz ahora de un nuevo nacimiento. Es una historia de caída y redención, de crisis y conversión. Se ha relacionado el relato con los rituales procesos psicológicos vinculados con los antiguos misterios, especialmente los mitos de Isis y Osiris. Más allá de todas estas consideraciones, la peripecia está llena de acción y dinamismo, humor, ironía y una llamativa excentricidad. Lucio convertido en asno tiene ocasión de mostrarnos la corrupción y la crueldad, la superstición y las tensiones del mundo mediterráneo de la época a través de un viaje que recuerda al Lazarillo de Tormes pasando calamidades. De hecho la novela se considera un antecedente clarísimo de la picaresca. Por todos estos motivos he considerado el texto de relevante interés para presentar un espectáculo en Mérida dentro de la línea que vengo explorando desde hace tiempo. Grandes textos de la cultura mediterránea que vienen de la tradición oral y paseando por la literatura vuelven otra vez a esa misma tradición a través del teatro. El asno de oro no se ha representado nunca bajo ninguna forma, lo que añade un valor especial a su caso. El estreno mundial de un clásico latino. La música, la prosodia específica para este tipo de textos, el humor y el sentido de fiesta priman en su adaptación. Más allá del entretenimiento y la diversión que son esenciales en un espectáculo, El asno de oro añade la visión de la universalidad de los valores y los significados de las grandes obras: en el Siglo II después de Cristo los paganos cultos, sensibles y piadosos buscaban la realización del espíritu a través del sincretismo religioso y filosófico más variado, mientras el Cristianismo derramaba ya su luz por el mundo. ¿Sería posible un teatro vivo, que conecte con el público de hoy, hablando del mundo de hoy, y al mismo tiempo de una vida grande contra la que nada puede la muerte, ya que esa VIDA incluye la vida misma y la muerte? Al menos merece la pena intentarlo.