"El humor de Valle-Inclán es atlántico, azul, druídico. Culto y bárbaro, con una barbarie pendenciera. Él decía que era levantisco. Y si había algo que no perdonaba eran los errores sobre estética y arte… El arte es un juego – el supremo juego – y sus normas están dictadas por numérico capricho, en el cual reside su gracia peculiar. Catorce versos dicen que es un soneto. El arte es pues forma". Rafael Álvarez ‘El Brujo’ sube a las tablas otro de sus espectáculos unipersonales, El alma de Valle Inclán, esta vez con un tono mucho más íntimo de lo habitual.