La exposición individual de Bene Bergado (Salamanca, 1965) trata de dar cuenta de la trayectoria creativa de la artista salmantina y al mismo tiempo producir obra nueva especialmente pensada para MUSAC. El título del proyecto, Persona, tomado de una película homónima de Ingmar Bergman, hace referencia tanto al yo individual como a la máscara con la que ese yo se presenta en sociedad.
Exposición: Bene Bergado. Persona
La exposición es, por ello, una sutil e incisiva reflexión sobre el estatus del sujeto tanto en su dimensión individual como social, lo familiar y lo íntimo contrapuesto a lo grupal, lo natural en diálogo con lo cultural o con lo ficcional, lo biológico con lo artificial, etcétera.
En esa tensión la artista crea, mediante esculturas e instalaciones, una serie de representaciones a través de hipótesis o supuestos en los que calibrar la fragilidad de lo humano o de lo natural frente a las determinaciones sociales o económicas que pesan más que todas las demás. En sus series de trabajos inserta esculturas en micro-contextos –muy a menudo caseros o familiares, aunque también insólitos y hasta chocantes-que revelan, precisamente, esas determinaciones o constricciones. Sus propuestas aluden siempre a ámbitos cotidianos con sutiles discontinuidades y extrañezas, son fragmentos de espacios creados como entornos de vidas de seres que personifican tanto emociones humanas como retos relacionados con la biología o la ecología.
Las hibridaciones y representaciones de Bergado nos ayudan a comprender las interacciones, dependencias y presiones de lo humano en sus dimensiones afectivas, psicológicas, biológicas, ecológicas, sociales, culturales y ambientales. Esto es patente en la serie Huevos de basura, iniciada en 2015 y de la cual en MUSAC se presenta una nueva versión, Huevos de basura III (2016), formada por un conjunto de grandes huevos de diversos tamaños rellenos de basura no orgánica, suspendidos y atrapados en una red. Cada uno de ellos lleva inscrito un código correspondiente a un sistema de gestión ambiental, la fórmula química de un tipo de envase para alimentos y las fórmulas genéricas de los materiales con los que está construido el huevo mismo. La basura interior de los huevos está formada por todos los envoltorios de productos plásticos que la artista ha desechado en dos meses. La medición de la civilización realizada en función de la cantidad de desperdicios, alude también a los peligros del fraude simbólico ligados a la cultura del “capitalismo sostenible”, incluso a la legalización normalizada de la destrucción mediante los sistemas de gestión ambiental (SGA: UNE, ISO, etc.) y las agencias de calificación.
Esa misma preocupación medioambiental está presente en la instalación de nueva producción Fosa (2016), en la que en una piscina de grandes dimensiones aparecen extrañas esculturas flotantes de poliuretano rellenas de materiales plásticos de deshecho, monedas de diferentes países y una serie de pilas que son altamente tóxicas en contacto con el agua, un elemento indispensable para la vida que en contacto con ellas se vuelve mortífero.
La obra Hojas de Gaia (2015) es un mapamundi en el que los continentes son hojas de verduras mordisqueadas por caracoles y en las que aparecen las “heridas” derivadas de la interacción sistémica entre los diferentes seres vivos que viven en un contexto. Por tanto, no resulta extraño que sobre la exposición ‘Persona’ sobrevuele la intuición y certeza de que todas nuestras acciones individuales tienen consecuencias en el ámbito de lo público, y que las individualidades no son sino la excrecencia del entorno social, tecnológico y cultural que las determina. No hay persona o individuo que pueda existir sin la interacción con los otros y con otros ámbitos, por lejanos que puedan parecer. Además, esa interacción está llena de peligros y contraindicaciones. En este sentido, Mushroom (2011) se presenta como un fragmento cúbico sacado de su entorno, a modo de las catas geológicas donde se ven los estratos terrestres. Como evocación arqueológica, reconstruye sobre un soporte de tierra aglutinada con resina epoxi la representación de un enlosado hidráulico decorado con signos de peligro radioactivo en el que irrumpe, como una inquietante explosión miniaturizada, la figura de un extraño “hongo” a medio camino entre lo vegetal, lo atómico y lo animal.
Esa otredad emerge también en las series Hom@ (2010) o Amores trágicos (2007), en las que la artista representa una serie de ficciones sobre la propia humanidad, y especialmente la serie ‘Arqueologías del presente’ (2007) en la que cada organismo es un agente transformador de su entorno. Estas piezas, junto a otras como Batimala‘(2000), Escalas (1999), Prototipo de Demonita (1998) u Hojas de carne (1990), están integradas en una nueva gran instalación titulada Gliptoteca (1990-2016), en la que las interacciones inesperadas de los seres con su entorno generan extrañas mutaciones. Por ello, el siempre cambiante entorno se erige como una consecuencia de la vida de los organismos que lo componen.
Efectivamente, la confrontación con la otredad ofrece la posibilidad de hacer patente la propia individualidad. Cada persona es diferente a las demás, pero esa diferencia no sería visible si no estamos reunidos en el conjunto de lo cultural y lo social que nos es común. Sin embargo, esta confrontación no necesariamente produce en el individuo un sentido comunitario. Esta tensión entre lo personal y lo grupal, lo individual y lo familiar es notoria en la nueva instalación Trama familiar (2016), constituida por un entramado de cables suspendidos en los que se enreda ropa de familiares y amigos, una tubería que va de techo a suelo y un ramo de flores de bronce adherido a ella que visibilizan las interferencias entre lo colectivo y lo personal. (Vía – MUSAC)
Del 25 de junio al 8 de enero. SALAS 4-5. Comisariado: Manuel Olveira Coordinación: Helena López Camacho