Elvira Amor (Madrid, 1982) ha concebido su propuesta para el CAB a partir de la comprensión del espacio expositivo como un todo, como una obra completa resultado de las numerosas piezas y variantes que recorren las paredes y el suelo de la sala. Disfruta de su exposición ‘Verde llano, rosa oblicuo’ del 3 de junio al 25 de septiembre.
Elvira Amor en el CAB: ‘Verde llano, rosa oblicuo’
Muros coloreados y reinterpretados con serigrafías y elementos intervenidos en el propio espacio que alteran el sentido de edición, de obra seriada, de múltiple, para transmutarse en una instalación única e irrepetible. Pintura, papel, lienzos, bastidores que componen un mural del que parecen haberse desprendido algunas formas orgánicas que ocupan el centro de la sala. Elementos exentos que cobran autonomía escultórica y contribuyen a esa percepción de atmósfera indivisa y a la vez híbrida.
La luz que envuelve y destilan sus colores suscitan un escenario luminoso, levemente dinámico, que no quiere alterar la calma y la quietud deseada. Lo placentero como pilar constructivo de una pintura que permea los sentidos y permite otras maneras de advertir la forma.
Sin códigos, ni cánones, la pintura de Elvira Amor se vuelca hacia el espectador con formas sostenidas en el tiempo que regresan evocadas como una constante en la memoria, como las primeras palabras aprendidas que brotan espontáneas en el recuerdo y que, sabemos, son a su vez herederas de gestos y balbuceos inexplicables.
CAMPOS DE COLOR
La artista propone una pintura consciente del espacio que la acoge y que de algún modo la habrá de definir. Campos de color, masas prefiere decir ella, de naturaleza abstracta que parecen fluir en el lienzo y que dialogan entre sí en un mismo cuadro mientras parecen haberse desplazado al contiguo. Lo imprevisto surge de la propia vibración que el trazo manual genera y de su previsible irregularidad. El color, así, no se detiene en la tela, sino que tiñe el aire para provocar una sensación inmersiva en el espectador.
Desde su aparición, Elvira Amor se ha venido consolidando como uno de los nombres indispensables en el arte actual español. El color no se detiene en la tela, sino que tiñe el aire para provocar una sensación inmersiva en el espectador.