«Un pintor sen pincéis» es la exposición antológica del pintor José Benito Otero Baena en el Museo de Pontevedra, que repasa la trayectoria pictórica del autor, se podrá visitar hasta el 19 de enero.
La exposición antológica del pintor José Benito Otero Baena en Pontevedra repasa la trayectoria pictórica del autor
Exposición antológica del pintor José Benito Otero Baena (1925-2017), compuesta por alrededor de 40 óleos y dibujos procedentes del Museo Massó y de colecciones particulares, datadas entre 1949 y 2016. En ellas se puede apreciar como el artista fue desarrollando un estilo personal y un lenguaje propio, basado en la importancia del color.
Conseguir una fuerte intensidad cromática y convertir el color en el protagonista sus composiciones fueron los objetivos que alcanzó al sustituir el pincel por la espátula, con la que modelaba el pigmento aplicado con agresividad. Transgredió intencionadamente las tonalidades de la naturaleza para que su obra se alejara de la representación mimética de la realidad y la deformase conscientemente a través de la luz y del color, para transmitirnos los paisajes tal y como él los veía.
Otero Baena sintió desde niño la necesidad de trasladar al lienzo el paisaje de su localidad natal, Bueu. Su obra llamó la atención del dibujante y crítico de arte Ramón Peña. Fue precisamente Ramón Peña quien lo animó en 1952, para estudiar pintura en Madrid. Poco antes de emprender el viaje expuso en la Sala Velázquez de Vigo, donde quedó patente su intención de buscar la belleza pura del paisaje gallego, sin elementos anecdóticos.
En Madrid se matricula en el Círculo de Bellas Artes con la intención de estudiar en la Academia de San Fernando, pero todo se trunca cuando la Caja de Ahorros de Bueu, donde trabajaba desde 1949, no le renueva la excedencia laboral y se ve obligado a regresar. Pese a ello, no renuncia a seguir pintando y estudiando con el apoyo de una biblioteca especializada en arte, un intenso trabajo con el que logra un estilo personal, un lenguaje propio con el que expresar su visión del paisaje y de las escenas de pesca, en las que queda patente su especial predilección por el mar.
El color adquiere cada vez mayor protagonismo en su obra; utiliza con valentía el amarillo para interpretar la luz que atraviesa las nubes, transformando el cielo en una explosión de dorados. El bullicio del colorido es, probablemente, consecuencia de su admiración por Turner y se intensifica al sustituir el pincel por la espátula, con la que modela el pigmento. Conseguir una fuerte intensidad cromática y convertir el color en el protagonista de sus composiciones eran para él un objetivo, que alcanzó aplicando el color con agresividad y transgrediendo intencionadamente las tonalidades de la naturaleza.
Una intensa labor que se paralizaba entre 1971 y 1976 tras ser nombrado alcalde de Bueu, y pinta esporádicamente hasta 1989, año en el que se jubiló y retomó la espátula y el óleo para volver a pintar los mismos temas, pero no del mismo modo; su estilo evoluciona hacia una nueva forma de expresar el color, que atempera la violencia al emplear tonos suaves, lo que, unido a su constante búsqueda de la luz, ocasiona escenas inundadas de claridad.