Humano, más humano, exposición en la Fundación Barrié de A Coruña
Humano, más humano es una exposición que llega A Coruña con una cuidada selección de 13 obras de Arte Contemporáneo y creadas por destacadas figuras del arte contemporáneo nacional e internacional de los siglos XX y XXI, como A.R. Penck, Jean-Michel Basquiat, George Baselitz, Stephen Dean, Liu Jianhua, Sam Taylor-Wood, Jean-Marc Bustamante, Miquel Barceló, Vik Muniz, Txomin Badiola, Jorge Barbi, Gino Rubert y Anna Malagrida.
La exposición abarca un abanico amplio de formatos artísticos: pinturas, esculturas, fotografías, instalaciones y vídeos.
La exposición se completará con actividades didácticas y visitas guiadas, siguiendo las normas y recomendaciones de las autoridades sanitarias con motivo de la pandemia a causa de la COVID-19.
La exposición HUMANO, MÁS HUMANO:
El ser humano es uno de los grandes temas del arte de todos los tiempos. Artistas de todas las disciplinas y estilos han explorado sus múltiples y complejas facetas: su figura y cuerpo, gestos y actitudes, ideas y sentimientos, sueños y pasiones, su vulnerabilidad y fortaleza.
La exposición se ha gestado durante el período de confinamiento que ha provocado la COVID-19, un tiempo que ha puesto de relieve la fragilidad del ser humano y que nos ha transportado a la angustia del aislamiento, pero también a la reflexión de cómo nos situamos y habitamos el mundo.
El imperativo de la distancia social ha hecho que tomemos conciencia del valor de la intimidad y de la casa como refugio ante las dificultades y peligros externos, pero sobre todo nos ha permitido comprender al ser humano como ser relacional y la necesidad de compartir y sentir que no estamos solos.
La palabra humanidad ha guiado la selección de obras expuestas, como también lo han hecho las que se han repetido constantemente durante estos largos meses: soledad, cuerpo, vulnerabilidad, resistencia, intemperie, refugio, inmovilidad; y, por supuesto, interacción social, convivencia y celebración.
La exposición presenta dos escenarios distintos en los que piezas de diferentes períodos y géneros se resignifican con la mirada de nuestras vivencias recientes. El primero se compone de cuatro pinturas de gran formato, producidas en la década de 1980, que tienen como motivo la figura humana.
Realizadas con pinceladas densas, vibrantes y emotivas, estas obras crean un espacio simbólico en el que fluye una corriente multicolor de cuerpos de carácter arcaico, racial y antropomorfo. A. R. Penck elabora un repertorio de signos y figuras esquemáticas para que sean comprensibles en todas las culturas. Miquel Barceló expresa la animalidad del ser humano con un gesto impulsivo y crispado. Jean-Michel Basquiat pinta una máscara de labios sellados en la que resuena la bestialidad del racismo. Y Georg Baselitz pone sus figuras del revés para intentar volver a ser, para reaprender el mundo y restituir la emoción al hecho pictórico.
El segundo ámbito reúne imágenes más cercanas a lo real. Gira en torno a la experiencia vivencial y se articula a través de las oposiciones entre exterior e interior, espacio privado y espacio público, e inmovilidad y movimiento. Se compone de obras de diversas disciplinas que muestran formas de reclusión y fragilidad, seguidas de imágenes de convivencia, diversión y celebración colectiva. Anna Malagrida fotografía la incomunicación que genera la vida en las grandes ciudades, y Liu Jianhua alude a la ambición del capitalismo global representando la fragilidad de los cimientos de la arquitectura occidental en las ciudades contemporáneas chinas. Sam Taylor-Wood retrata el tedio y la soledad contemporáneas; Jean-Marc Bustamante resalta la animada reunión de adolescentes en una discoteca, mientras que Vik Muniz reproduce y da relieve a la monumental masa humana que fotografió Weegee en la playa de Coney Island, una imagen que actualmente se nos antoja inaudita. Alejados del tumulto y del ruido humano, artistas como Txomin Badiola, Jorge Barbi y Gino Rubert exploran los efectos del aislamiento para profundizar en su identidad más personal.
La exposición finaliza con el exuberante bullicio humano que proyecta el vídeo de Stephen Dean: una explosión de alegría de los espectadores en un abigarrado estadio de fútbol, celebrando su triunfo.