«La batalla de los ausentes» es la conmemoración de una batalla olvidada reúne a los exiguos restos de una tropa. Apenas se distinguen ya de los fantasmas que evocan, los que quedaron sepultados junto con el miedo y la gloria, en las trincheras. Se diría vencidos por el tiempo, derrotados por las hostilidades del destino; sin embargo, no han abandonado la esperanza de realizar una última gesta gloriosa. En la reunión anual, planean perpetrar el asalto al poder, sueñan con un desquite que termine con las injusticias. La obra será el 26 de noviembre a las 20 horas en el Teatro Romea. Las entradas cuestan 10, 12 y 15 euros y las puedes comprar aquí.
Esta ‘Batalla de los ausentes’ se mueve entre lo elegíaco y la farsa, constituyendo en clave de humor una alegoría descarnada de la actualidad.
Más que son, fueron. Sobrevivientes de una guerra que nadie recuerda, por más que no cejen en su intento vano de ganar una batalla contra el olvido, magnificando aquellas escaramuzas, meras efemérides que a nadie interesan.
Una metáfora de la vida como combate, en donde los tres actores clásicos de Zaranda, su núcleo duro, son los restos de un ejército en desbandada, en esta guerra sin cuartel que dura ya más de cuarenta años. Su lenguaje es su desarbolada bandera en un mundo que amenaza el sentido poético de la existencia. Combate inútil, que parece ser nuestra esencia cultural, lo quijotesco. Épica para tres farsantes, sátira de todo poder humano, la dignidad y la fe como acto de resistencia.
Esas fueron siempre sus trincheras. Siempre derrotados, nunca vencidos. “Porque ya es tarde y pronto va a oscurecer” (Lucas 24:29) dejan una luz prendida como un faro en mitad de la tormenta que alumbre la esperanza.