El autor defiende la teoría de que “el presente no es consecuencia del pasado. Más bien el modo en que contamos el pasado es consecuencia del presente”. Para ello escribe este relato en el que un opositor a cátedra universitaria hace temblar al tribunal poniendo en duda la objetividad de la Historia al tiempo que se va dando cuenta, observando las reacciones de los tres examinadores, de que no superará la prueba.
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