La danza más contemporánea y la más técnica se mezclan en La Voz Eterna, un espectáculo de LaMov Ballet compuesto por tres piezas: Ciclos, de Gustavo Ramírez Sansano y Eduardo Zúñiga, Murmuriu, de Nunzio Impellizzeri y La Voz Eterna, del director artístico de la Compañía, Víctor Jiménez. En todas ellas, los movimientos e impulsos acarician y emocionan; la voz y el cuerpo -la danza- se unen en un solo elemento.
Teatro Principal.
Del 21 al 24 de octubre.
Duración: 80 minutos
Precios: de 5 a 25 €
Horario de funciones:
Jueves, 21 de octubre, a las 20.00 h.
Viernes, 22 de octubre, a las 20.00 h.
Sábado, 23 de octubre, a las 20.00 h.
Domingo, 24 de octubre, a las 19.00 h.
Sobre LaMov Ballet
LaMov Ballet se crea en 2008 en Zaragoza bajo la dirección de Víctor Jiménez. Durante este tiempo, la Compañía ha estrenado más de quince espectáculos con piezas de diferentes coreógrafos. Entre ellas, se encuentran clásicos como El Cascanueces, La Bella Durmiente, La Cenicienta o El Trovador, y obras más contemporáneas de coreógrafos como Itzik Galili, Sharon Fridman, Henrique Rodovalho o Francisco Lorenzo. Con todos estos espectáculos LaMov Ballet ha girado por EE.UU., Francia, Italia, Gran Bretaña o Alemania. Próximamente estrenará uno de sus espectáculos en Portugal. En España, la Compañía ha trabajado en los más importantes teatros de nuestro país como el Teatro Campoamor de Oviedo, los Teatros del Canal de Madrid, el Teatro Jovellanos de Gijón, el Teatro Principal de Mahón, Teatro Cervantes de Málaga o los Auditorios de Vigo, Murcia o León, entre otros.
Sobre la obra
Ciclos: El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, como podría decirse, un puño de vida.
Murmuriu es una investigación íntima y un contacto profundo con las voces interiores que surgen del alma. Es escuchar los murmullos del subconsciente en constante batalla con las fuerzas externas opresivas. En Murmuriu está todo lo que hay que decir, las palabras más importantes que surgen de un bullicio indistinto y confuso, utilizando el único instrumento que está libre de malentendidos: el cuerpo.
Sin argumento definido, La voz eterna profundiza en la búsqueda de la belleza más absoluta, pura y eterna. Víctor Jiménez sumerge a los bailarines en la resonancia que provoca el grito en las cavidades de sus cuerpos. Una creación que se va haciendo desde el interior de cada uno de ellos para descomponerlos y crear una nueva realidad.