La Sala Recoletos de la Fundación Mapfre acoge hasta el próximo 29 de agosto la exposición Miró Poema, una muestra que nos habla de la historia de amor entre arte y poesía en la obra del artista catalán. Miró fue un ávido lector, en especial de poesía. Desde su juventud, tanto en suBarcelona natal como en París, se rodeó de amigos poetas a los que admiraba. Con todos ellos, el artista estableció una suerte de diálogo que traslada más tarde a su obra. Así, la selección de poetas presentes en la exposición está formada por Lise Hirtz, Paul Éluard, Tristan Tzara, Jacques Dupin, Joan Brossa, Francisco de Asís, Jacques Prévert y el propio Joan Miró.
17 pinturas, 31 dibujos, 9 libros ilustrados y diversa documentación relacionada con estas disciplinas componen esta muestra, formada por una sala introductoria donde los asistentes podrán insertarse en las formas de abordar y disfrutar de la poesía del artista. La sala alberga una selección de dibujos, poemas, la pintura Nord-Sud a modo de manifiesto y una selección de libros de la biblioteca personal de Joan Miró. Tras esa introducción, la muestra se despliega a través de las siguientes cuatro secciones:
En caminos peligrosos
Joan Miró se enfrenta al texto literario y poético tratando de traducirlo en términos plásticos. Ese es el germen de su trabajo entre los años 1924 y 1928, que se cierra precisamente con la realización de su primer libro ilustrado: el poemario infantil Il était une petite pie (Érase una urraquita, 1928), de Lise Hirtz.
El trazo como escritura y reescritura
Volver a una obra iniciada muchos años antes no es una práctica que incomode a Miró y lo hace en repetidas ocasiones durante su carrera, retocando y tachando, reescribiendo sus trabajos más reflexionados. Es el caso de L’Hirondelle éblouie par l’éclat de la prunelle rouge (La golondrina deslumbrada por el brillo de la pupila roja, 1925-1960), cuya primera fecha coincide con los años en los que el pintor se interesa fehacientemente por la poesía.
Palabras encadenadas, letras en libertad
En 1968 Joan Miró aborda una serie de obras poco comunes en su trayectoria. Unos grandes lienzos en los que dispone letras y cifras estarcidas que pululan por un fondo vaporoso que recuerda los azules que había utilizado anteriormente. Lettres et chiffres attirés par une étincelle IV (Letras y cifras atraídas por una chispa IV) y Lettres et chiffres attirés par une étincelle VI (Letras y cifras atraídas por una chispa VI) son buen ejemplo de ello.
De la poesía al poema
A finales de los años sesenta, Miró echa la vista atrás, en un modo de hacer que era habitual para él, y revisita de nuevo la poesía desde la pintura. La lucha con la palabra ha llegado a su fin. Aquellas obras que partían de la poesía, pero que aún conservaban “pintura” en su título en la década de 1920, se convierten ahora literalmente en poemas. Así lo muestran Poème III (1968) y Poème à la gloire des étincelles (Poema a la gloria de las chispas, 1969).