El ciclo MÚSICA DE CERCA regresa durante el mes de mayo al Teatro Romea y el Teatro Circo Murcia.
Entre el 2 y el 30 de mayo, cada jueves, se celebran cinco concierto que proponen al público una experiencia diferente, más íntima y cercana, ya que se trata de recitales acústicos con aforo reducido en los que artista y espectadores compartirán el escenario.
El jueves 23 de mayo es el turno de Fino Oyonarte, actuará en el Teatro Romea de Murcia a las a las 20:00 horas.
Con ‘Sueños y tormentas’ (2018), Fino Oyonarte cumplió el deseo que le rondaba desde mucho tiempo atrás: grabar y publicar un álbum a su nombre, imprimiéndole el personalísimo sello que ha ido desarrollando durante casi cuatro décadas consagrado al noble oficio de hacer música. Aquel trabajo descubría nuevas facetas de un artista dedicado, que acostumbra a jugarse el miocardio frente al pentagrama, a darlo todo y más en cada concierto, a echar un cable siempre que un amigo llama a la puerta del estudio y a materializar las intuiciones de otros en producciones que son historia del mejor rock en castellano: de Los Planetas a Mercromina, pasando por Los Deltonos, Corcobado, Niños Mutantes o Lagartija Nick. El tardío debut en solitario del eminente músico andaluz –ahora tiene 58 años, echen cuentas– confirmó holgadamente lo que todo el mundo sospechaba: que tenía cosas que contar, que sabía cómo hacerlo y que merecía la pena escucharlas.
En ‘Arrecife’ – su segundo largo por cuenta propia, publicado en 2023–, Fino depura y amplía el prolijo libro de estilo que viene redactando desde mediados de los ochenta. El audaz bajista de Los Enemigos –también fue cincuenta por ciento del dúo pop Clovis e impulsor del cuarteto motóriko-instrumental Los Eterno; ambos grupos merecieron más atención de la que se les dispensó– ya encontró su propia voz con aquel primer disco de tono confesional y contemplativo, que se miraba en modelos que nacieron clásicos y siguen mostrando el camino: Brian Wilson, Elliott Smith, Nick Drake, The Velvet Underground, Neil Young, Phil Spector.
Ahora, sin más apremio que el de su propia exigencia –nos consta que siempre es mucha; se nota– y con la satisfactoria experiencia precedente reforzando pareceres y despejando dudas, eleva el rasero creativo sin abandonar los rasgos que perfilan su potente vis artística: composiciones de apariencia sencilla que encierran elevadas apuestas armónicas y cromáticas, letras elaboradas que trascienden el mero juego floral, una atrevida política de arreglos que refuerza los significados y ensancha los significantes.
Introspectivas pero acogedoras, enunciadas en primera persona de un singular que cualquiera puede hacer suyo, las canciones de Fino Oyonarte no contemplan distancia de seguridad alguna ni escatiman en voltaje emocional. Son la expresión –integral, transparente– del generoso espíritu de este músico impar, que sigue colocándose frente al espejo sin tener que agachar la mirada.