El martes 15 de marzo a las 20:30 horas, ‘Requiem’ de W. A. Mozart en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Entradas 10€
La Coral Kantara de Alcantarilla nos ofrece su propia versión del Requiem interpretada por la fusión de dos orquestas que tienen su sede en Alcantarilla y Murcia respectivamente: la orquesta de la academia de música ‘Asunción Asensio’ y la orquesta de cámara de Murcia.
Directores: Asunción Asensio, José Ignacio Pellicer y Javier Caballero
Coral Kantara + Orquesta de Cámara de Murcia.
Charo Alcaraz, soprano
Laura Russín, contralto
José Lorenzo Sánchez, tenor
Manuel Tornel, bajo
José Ignacio Pellicer, director Orquesta de Cámara de Murcia
Javier Caballero, director Coral Kantara
‘Requiem’ de W. A. Mozart
En junio de 1791, Mozart ofreció en Viena uno de sus últimos conciertos públicos; tocó el concierto para piano nº27 (KV 595). Su último hijo, Franz Xaver Wolfgang, nació el 26 de Julio.
Días antes en su casa se presentó un desconocido, vestido de negro, que rehusó identificarse y encargó a Mozart la composición de un requiem. Le dio un adelanto y quedaron en que regresaría en un mes. Pero el compositor fue llamado desde Praga para escribir la ópera “La clemencia de Tito”, para festejar la coronación de Leopoldo II.
Cuando subía con su esposa al carruaje que los llevaría a esa ciudad, el desconocido se presentó otra vez, preguntando por su encargo. Esto sobrecogió al compositor.
Más tarde se supo que aquel sombrío personaje (al parecer, llamado Franz Anton Leitgeb) era un enviado del conde Franz von Walsegg, músico aficionado cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el anonimato.
Según la leyenda, Mozart, obsesionado con la idea de la muerte desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por una supuesta vinculación con la francmasonería en esa época de su vida e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que este era un mensajero del destino y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.
Mozart, antes de morir, consiguió terminar tan solo tres secciones con el coro y órgano completo: Introitus, Kyrie y Dies Irae. Del resto de la Secuencia dejó las partes instrumentales, el coro, voces solistas y el cifrado del bajo y órgano incompletos, además de anotaciones para su discípulo Franz Xaver Süssmayr. También había indicaciones instrumentales y corales en el Domine Jesu y en el Agnus Dei. No había dejado nada escrito para el Sanctus ni el Communio. Aunque en un principio Constanze, su viuda, pidió al músico de la corte Joseph Leopold Eybler que terminase el Réquiem, fue su discípulo Süssmayer quien lo acabó, siguiendo las directrices de Mozart, completando las partes faltantes de la instrumentación, agregando música en donde faltaba y componiendo íntegramente el Sanctus. Para el Communio, simplemente utilizó los temas del Introito y el Kyrie, a manera de reexposición, para darle cierta coherencia a la obra.