El CAB contará hasta el 25 de septiembre con la exposición de Félix de la Concha ‘Restos de un naufragio’. Una realidad solo pictórica que De la Concha explora y analiza en las series y polípticos que conforman esta exposición para el CAB. Esta exposición constituye una primicia por su amplitud y complejidad.
‘Restos de un naufragio’ de Félix de la Concha en el CAB
Los paisajes urbanos y periurbanos de Félix de la Concha (León, 1962), captados en los lugares que habita y con los que se relaciona, constituyen fragmentos que complican por completo nuestra percepción de la realidad. Una realidad alterada por la presencia de las variables de tiempo que el autor introduce en un mismo cuadro.
La secuencia de obras que presenta se inicia con una de sus icónicas series americanas. La regla del 25, una granja en Prairie du Chien Road (por la mañana, al mediodía y por tarde) consta de setenta y cinco pinturas. El título hace referencia al número de pinturas que componen cada uno de los momentos en los que articula el conjunto. Además refieren las variaciones de la distancia entre los distintos cuadros que recogen el tema central elegido.
En el espacio central se presentan tres series distintas, North Square Park Panorama, Panorama en Lyme a través de cuatro perspectivas frontales y Dos casas, dos vistas. En ellas Félix de la Concha plantea la incompatibilidad entre las reglas de perspectivas de base matemática y la representación fiel de un paisaje extendido. Lo atractivo en el trabajo propuesto es que lo que en apariencia estaría abocado a la repetición por el empleo de un criterio análogo, cambia de sentido cuando nos muestra que siempre hay varias formas de representar un objeto desde idéntico punto de vista.
Por último, en la tercera de las salas, De la Concha aborda el problema de la representación estrábica. Penn Avenue, pintada en ambos sentidos, en sus dos manos contrapuestas, se dispone en la sala como si de un caleidoscopio se tratase. El ejercicio de comprensión de la realidad al que somete al espectador evidencia nuestra dificultad para admitir que la representación naturalista no puede ser meramente contemplativa. De la Concha transmuta la apariencia convencional de la figuración en un imposible. Un trabajo tan racional como apasionado.