“Rincón de Luz” es un espacio expositivo dedicado a la iluminación en la mina y actualmente alberga la exposición Candiles, linternas y faroles.
Rincón de Luz: Candiles, linternas y faroles.
El MSM recoge con esta exposición ciento dieciséis modelos de lámparas de diferentes épocas, tipos y características. Todas estas piezas son propiedad de Fernando Cuevas, coleccionista y gran estudioso de la iluminación minera.
El empleo por el hombre de la luz artificial, distinta a la que el fuego proporciona, se remonta, al Paleolítico. Las lucernas, fruto de la evolución sufrida por aquellas primitivas lámparas, comenzaron a usarse de forma masiva paralelamente al desarrollo de la agricultura, que proporcionó combustibles como el aceite de sésamo, aceite de semilla de lino y, sobre todo, aceite de oliva. Serán los mineros romanos quienes emplearan por vez primera estas pequeñas lámparas en sus explotaciones a lo largo de todo su imperio, si bien existe constancia de que con anterioridad ya habían sido empleadas por egipcios, micénicos, fenicios (que las comercializaron) y griegos.
En los siglos III y II a.C., los romanos comenzaron la fabricación de las mismas, imitando a los modelos griegos, e introduciendo modificaciones (dándole más altura al depósito y las paredes, y cerrando la parte superior de las lámparas) hasta llegar, en el siglo I a.C. a la producción de lucernas típicamente romanas, llegando a dominar el comercio de las mismas incluso en la misma Grecia.
Tanto las lucernas como las lámparas de arcilla y los candiles medievales seguirían empleándose hasta principios del siglo XVI, en que los candiles de hierro irían sustituyendo paulatinamente a estas atávicas lámparas. A pesar de ello, y hasta 1750, en muchas minas sajonas siguieron usándose lámparas de arcilla que consumían sebo de carnero o de caballo.
En España, los candiles han sido siempre un producto típicamente popular, elaborados por hojalateros, herreros y artesanos del metal. Generalmente construidos en hojalata o hierro, y excepcionalmente en metales más nobles como el latón o el bronce.
El carácter distintivo de las linternas viene dado por ser totalmente cerrados y provistos de cristal, para evitar con esta forma el que las corrientes de aire pudiesen apagarlos.
Su uso se mantuvo a lo largo del siglo XIX, hasta que la aparición de las lámparas de acetileno sustituyeron a las viejas lamparillas de aceite de estas linternas. (Vía – Nota de Prensa)