En la última y espectacular aria de Roberto Devereux, una de las óperas del periodo Tudor (Anna Bolena, María Stuarda e Il Castello di Kenilworth) que Donizetti compuso en 1837, su protagonista, la reina Isabel I de Inglaterra, exclama: ‘No reino, no vivo’.
Entre estos dos ejes, grandes temas siempre de la ópera, se mueven las pasiones de unos personajes que viven entre las intrigas palaciegas y sus afectos. Escrita en el periodo de madurez del máximo representante del romanticismo italiano, la ópera alcanza un gran virtuosismo vocal y proclama la afirmación donizettiana de la supremacía de la voz en el género.
La puesta en escena de Alessandro Talevi, el director de origen sudafricano que se ha movido tanto entre los grandes teatros líricos como en los escenarios del teatro más experimental, la sitúa en un tiempo indeterminado, resaltando el juego de claroscuros.