Vie, 11 marzo 2016 – 20:00 – Sala Sinfónica, 7 / 13 / 19 / 24 / 29 €
Orquesta Sinfónica de Castilla y León – Gustavo Gimeno, director
Emmanuel Pahud, flauta
Jesús Torres
(1965)
Obra a determinar
[Estreno absoluto. Encargo de la OSCyL]
Wolfgang Amadeus Mozart
(1756-1791)
Concierto para flauta y orquesta en sol mayor, K. 313
Gustav Mahler
(1860-1911)
Sinfonía n.º 1 en re mayor, “Titán”
Un estreno siempre es un acontecimiento muy especial. En el que nos ocupa se cuenta con el reconocido compositor zaragozano Jesús Torres, cuya música ha sido interpretada en prestigiosos festivales, como la Bienal de Venecia, Ars Musica de Bruselas o Academia Sibelius de Helsinki. El compositor cuenta además con diversos premios: SGAE, Gaudeamus Prize, Valentino Bucchi, Reina Sofía, Millennium Chamber Players o el Premio Nacional de Música.
La génesis del Concierto para flauta K. 313 de Mozart partió de un encuentro en 1778 con el flautista holandés Ferdinand de Jean. En esta ocasión el encargado de dar vida a la parte solista será el suizo Emmanuel Pahud, que ha afirmado en el periódico El Norte de Castilla: “Lo que tenemos que hacer nosotros, los músicos, es tocar lo mejor posible y hacerlo llegar al público. Cuanta más energía transmitamos, más público y más atracción para las generaciones futuras”. Con ello, puede imaginarse el carácter que le imprimirá a la obra de Mozart, que desde luego puede sonar de forma muy enérgica.
Gustavo Gimeno afirmó en el periódico ABC: “Lo importante en un director es su nivel musical, no su pasaporte”. La crítica ha destacado del director español por ejemplo la elegancia de sus gestos y sus matices en las dinámicas. Gimeno tuvo un sensacional debut con la Orquesta del Real Concertgebouw en 2014 y ha sido nombrado director principal de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo. En la segunda parte se enfrenta a una labor muy distinta a la mozartiana de la primera: dirigir la Sinfonía n.º 1, “Titán”, de Gustav Mahler, obra que no deja de sorprender e impactar al público.
Esta sinfonía fue estrenada en Budapest en 1889 y no fue bien recibida, por lo que Mahler la sometió a varias revisiones. El componente programático o narrativo de la obra es bastante acusado, y de hecho se incluyen melodías provenientes de su ciclo de lieder Canciones del camarada errante, que inmediatamente nos remiten a un significado textual. Hoy día está plenamente integrada en el repertorio merced a sus muchas cualidades, entre las que se encuentran la belleza melódica y la espectacularidad.