TEMPORADA OSCYL 11 2017-2018 TURNO 2
OSCyL
Vie, 23 Marzo 2018 – 20:00 – Sala Sinfónica
12 / 17 / 22 / 27 / 32 / 35 € • Fila OSCyL 50 € / Abonados OSCyL 40 €
Temporada OSCyL 2017-2018
Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Andrew Gourlay, director
Antonín Dvořák (1841-1904), Serenata para vientos, op. 44
Torsten Rasch (1965), encargo internacional de la OSCyL
Edward Elgar (1857-1934), Sinfonía n.º 1 en la bemol mayor, op. 55
Torsten Rasch es un brillantísimo compositor alemán cuyas obras han sido estrenadas por conjuntos de la talla de la Orquesta Filarmónica de Londres y directores como Vladimir Jurowsky o Kurt Masur. Su elección para un estreno esta temporada parte del entusiasmo del titular, Andrew Gourlay, por la obra de Rasch Mein Herz brennt, que constituyó para el director «una revelación. Música moderna y fresca, pero en contacto con la historia de la evolución musical. Fue una obra emocionante, interesante, controvertida y bella, en igual medida».
Previamente podremos escuchar una maravillosa pieza no muy habitual debido a la formación instrumental que requiere: la Serenata para vientos de Dvořák. Se trata de una obra en la que el estilo lírico y melódico del compositor checo se suma al singular encanto que producen oboes, clarinetes, fagotes, contrafagot y trompas. Este conjunto se completa por un violonchelo y un contrabajo que ayudan en el desempeño armónico, y en sí mismo supone una buena ocasión para poner en primer plano la labor de algunos magníficos profesores de la orquesta, así como la capacidad de Andrew Gourlay para dejar su impronta en una obra que requiere unos efectivos muy distintos a los que se utilizan normalmente.
Evidentemente esto no ocurre con la segunda parte del programa, en la que se podrá escuchar la Sinfonía n.º 1 de Elgar. Emparentada estilísticamente con Wagner y sobre todo con Brahms, como ya se encargó de poner de manifiesto el periódico The Times con motivo de su triunfal estreno, en 1908, se programa asiduamente por las orquestas británicas. Se trata de una obra con la que Gourlay siente afinidad desde que trabajó en la Orquesta Hallé con Sir Mark Elder –lo que hoy día es la mejor base posible para la comprensión del repertorio británico–; de hecho, ya ha programado esta obra y otras de Elgar en multitud de ocasiones.