Viernes 12 febrero 2016 – 20:00 – Sala Sinfónica, entradas : 7 / 13 / 19 / 24 / 29 €.
Orquesta Sinfónica de Castilla y León – Jean-Christophe Spinosi, director – Ekaterina Bakanova, soprano.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) – La flauta mágica, K. 620: Obertura – Sinfonía n.º 41 en do mayor, K. 551, “Júpiter”.
Joseph Haydn (1732-1809) – Orlando Paladino: Aure chete, verdi allori (aria)
Gioacchino Rossini (1792-1868) – La cenicienta: Obertura – El barbero de Sevilla: Una voce poco fa (aria)
AntonÍn Dvorak (1841-1904) Rusalka: Canción a la luna (aria)
Serguéi Prokófiev (1891-1953) – Sinfonía n.º 1 en re mayor, op. 25, “Clásica”
Jean-Christophe Spinosi es un director que ha sabido evolucionar según ha ido añadiendo estilos históricos a su repertorio, lo que lo convierte en el ideal para la selección de este concierto. Ha actuado con el Ensemble Matheus en las principales plazas mundiales, y ha dirigido multitud de orquestas. Ha llegado a afirmar en la revista Ideal.es que “físicamente, la música se parece al amor”, y su particular visión del barroco y el clasicismo, fogosa y llena de ímpetu, sin duda le servirá para cohesionar las obras de este programa. Contará con la colaboración de Ekaterina Bakanova, ganadora del Concurso Giuseppe di Stefano en 2007 y que ya colaboró con Spinosi en la producción del Teatro del Chatelêt de Orlando Paladino de Haydn (2012), lo que fue un verdadero hito en su carrera.
En este programa todo gira alrededor del estilo clásico, que ofrece variadas transformaciones a lo largo de la historia de la música. Así, en la primera parte podremos disfrutar con obras concebidas en el periodo clásico, y es normal que Mozart y Haydn sean sus protagonistas. Se trata de autores que inmediatamente asociamos con la época en que las proporciones, el orden y las reglas se imponen. Pero no se puede olvidar que estos autores convirtieron su clasicismo en algo maleable. Las tres obras elegidas (Obertura de La flauta Mágica, Aure chete y la Sinfonía n.º 41, la última de Mozart) dan buena cuenta de esa multiplicidad de matices.
En la segunda parte asistimos a tres transformaciones de este estilo: el clasicismo como evolución, como opción y como revisitación. La primera estaría representada por Rossini, que desde luego bebe de fuentes clásicas y las fusiona con las de la época romántica. La Obertura de La Cenicienta y el aria de El Barbero de Sevilla son dos ejemplos de ello. Dvorák, por otro lado, elige esta “opción clásica” para su maravillosa Canción a la luna de la ópera Rusalka. Aquí el ambiente nocturno pide un estilo sosegado, melódico y evocador. Prokófiev, por su parte, toma las sinfonías de la época clásica como excusa para su Sinfonía n.º 1, una construcción diáfana, brillante, irónica y a la vez rabiosamente moderna.
El director austriaco Leopold Hager está considerado un gran experto en la música de la Primera Escuela de Viena, y con razón: sus grabaciones de las óperas tempranas de Mozart siguen estando entre las versiones más recomendables. Sin embargo, se trata de un director tremendamente versátil, y no hace mucho ha dirigido producciones de Electra, Tristán e Isolda o El holandés errante. Ha debutado en las grandes plazas mundiales: Ópera Estatal de Viena (1973), Metropolitan de Nueva York (1976) y Covent Garden (1978). Su sentido teatral es indiscutible, lo que no le vendrá nada mal a una obra como La Creación, de Joseph Haydn, donde hay que saber moverse entre distintos ambientes y efectivos dentro de una forma musical tan extensa y compleja como es el oratorio.
En este concierto intervendrán los cada vez más experimentados Coros de Castilla y León, que muestran una increíble evolución y cuentan con una trayectoria fulgurante desde el nacimiento de los proyectos corales vinculados a la programación del CCMD, repleta de éxitos de público y crítica. Su director, el artista en residencia Jordi Casas, es uno de los nombres punteros dentro de su labor. Todos ellos disfrutarán de una buena ocasión para mostrar sus cualidades con esta maravillosa obra.
Inspirado por los oratorios de Händel y compuesto entre 1796 y 1798, La Creación se estrenó ante lo más granado de la elite austrohúngara y supuso un enorme éxito, hasta tal punto que su interpretación en Viena empezó a constituirse en una tradición, a la manera de El Mesías de Händel en Londres. Dividido en tres partes, en este oratorio destaca la espectacular polifonía de los coros y la calidad de sus arias, algunas de ellas convertidas desde hace muchos años en obras de recital, como el aria para tenor Lleno de nobleza y dignidad. Junto con Las estaciones, otro oratorio de Haydn de carácter muy distinto, La creación se mantiene dentro del repertorio habitual tanto de grandes conjuntos instrumentales y vocales modernos como de los historicistas.